Aplausos arriba, torturas abajo: el oscuro renacer del baloncesto venezolano

Reportaje

En Venezuela, la nueva liga de baloncesto disputa partidos en un estadio que se encuentra justo encima de una prisión política. Una sombría yuxtaposición que, según voces críticas, refleja un esfuerzo más amplio por “blanquear” a través del deporte el nefasto historial del gobierno en materia de derechos humanos.

Banner: James O'Brien/OCCRP

24 de noviembre de 2025

Es sábado por la noche en Caracas y el ambiente en el coliseo de baloncesto es eléctrico. Las luces se atenúan, suenan tambores, estalla un chorro dorado de fuegos artificiales y  retumban en las paredes los cánticos de “¡Vamos Pioneros!”. Enfundados en brillantes uniformes naranjas, el equipo local salta a la cancha, escoltado por porristas con vestidos ceñidos del mismo color. Los Pioneros del Ávila están listos para jugar.

En apariencia, este juego parece un encuentro deportivo profesional más. Pero el partido tiene un lado oscuro. La cancha donde los Pioneros disputan sus partidos de local está dentro de El Helicoide, una de las prisiones políticas más infames de Venezuela. Unos pisos más abajo, mientras los espectadores beben cerveza y comen cotufas, más de 80 presos políticos están encerrados en condiciones que organizaciones de derechos humanos describen como infrahumanas.

Los equipos que juegan esta noche son parte de la nueva Superliga Profesional de Baloncesto de Venezuela, impulsada por el gobierno hace unos años con el objetivo declarado de revivir la reputación del baloncesto venezolano.

Pero en la práctica, sostienen expertos, la Superliga se ha convertido en un terreno de juego para el régimen del líder autoritario Nicolás Maduro y sus aliados.  Funciona como una pantalla para desviar la atención frente a los abusos contra los derechos humanos en el país, un mecanismo conocido como “lavado de imagen deportivo” (sportswashing en inglés). En un informe publicado este año, Transparencia Venezuela calificó la nueva liga como “una red de influencia que abrillanta la imagen de un régimen represor y opaco”.

Credit: Pedro Mattey/Anadolu/Anadolu via AFP

El presidente venezolano Nicolás Maduro saluda durante las celebraciones del Día Nacional del Estudiante en el Palacio de Miraflores, en Caracas, el 21 de noviembre de 2025.

“[Este] es un intento del Estado y de las fuerzas de seguridad por posicionarse en la sociedad, y eso no puede ir a favor de los valores del deporte”, dijo Jans Sejer Andersen, periodista deportivo y fundador de Play the Game, un grupo danés que promueve la equidad y sostenibilidad en el deporte global.

Al menos dos de los 14 equipos activos de la Superliga pertenecen o están efectivamente controlados por altos mandos de seguridad acusados por la Organizaciones de las Naciones Unidas (ONU) de violaciones a los derechos humanos, según documentó OCCRP tras revisar registros públicos y hablar con fuentes conocedoras del funcionamiento interno de la liga. Hay además una presunción amplia de que muchos otros equipos también podrían tener nexos con el gobierno, aunque no fue posible confirmar estas estructuras de propiedad por la falta de transparencia corporativa en Venezuela.

En el piso alto juegan baloncesto y en el piso de abajo torturan gente. Dudo que exista algo así en otra parte del mundo.

Cándido Pérez, periodista deportivo venezolano

Por si fuera poco, el año pasado se anunció que los partidos de la Superliga se jugarían regularmente dentro de El Helicoide, para consternación de activistas de derechos humanos y opositores al régimen de Maduro.

El periodista deportivo venezolano Cándido Pérez describió la situación como “escalofriante”.

“En el piso alto juegan baloncesto y en el piso de abajo torturan gente. Dudo que exista algo así en otra parte del mundo”.

OCCRP se puso en contacto con el gobierno venezolano, la Federación Venezolana de Baloncesto, la Superliga y varios equipos de baloncesto, entre ellos los Pioneros del Ávila, para solicitarles comentarios sobre la liga y sus vínculos con presuntas violaciones de derechos humanos. Ninguno de ellos respondió. 

“Hacen estos lugares para quebrar voluntades”

El Helicoide fue alguna vez un símbolo del gran futuro de Venezuela.

En la década de 1950, con Caracas rebosante de riqueza petrolera y el dictador Marcos Pérez Jiménez ansioso por mostrar la modernidad de su régimen, se planificó un enorme edificio sinuoso que albergaría un centro comercial de lujo con helipuertos y cines. Incluso su nombre, El Helicoide, reflejaba su innovador diseño arquitectónico.

Pero el proyecto fue abandonado tras la caída de Pérez Jiménez en 1958. Durante décadas permaneció vacío, ocupado solo por invasores, hasta que en los años ochenta el amplio espacio fue adaptado a sede de cuerpos policiales e inteligencia de Venezuela —ambos acusados de severa represión política y violaciones de derechos humanos. También se convirtió en centro de reclusión.

Credit: Damián Fossi/Flickr

El Helicoide

El uso del espacio como prisión se intensificó bajo los gobiernos de Hugo Chávez y de su sucesor Nicolás Maduro, y se volvió tristemente conocido tras la detención de cientos de jóvenes que protestaron contra sus regímenes en la década de 2010. Actualmente alberga unos 80 presos, incluidos disidentes, periodistas y activistas, muchos de los cuales reportan haber sido torturados o maltratados, especialmente a manos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN).

Credit: Cristian Hernandez/Anadolu Agency/Anadolu Agency via AFP

Manifestantes marchan durante una protesta contra el gobierno en Caracas, Venezuela, el 12 de marzo de 2014.

La Misión Internacional Independiente de determinación de los hechos sobre Venezuela de la ONU ha denunciado repetidamente condiciones “terribles” en El Helicoide, incluyendo torturas con electricidad, golpizas “brutales” y reclusión en celdas hacinadas sin luz natural ni baños.

El político opositor Freddy Superlano lleva más de un año detenido allí sin juicio, sin poder ver a su familia ni recibir asistencia legal, según su esposa Aurora. Ella le contó a OCCRP que lo único que recibe son prendas usadas de su marido que las autoridades penitenciarias le entregan periódicamente.

“Las huelo y sé que son de él”, dijo.

El exministro de Defensa Raúl Isaías Baduel, encarcelado varias veces tras romper con el chavismo, murió en El Helicoide en 2021 después de que le negaran atención médica, según su familia y grupos de derechos humanos que monitorean su caso (el gobierno venezolano refutó esa versión y afirmó que murió mientras recibía tratamiento por COVID-19). Su hijo Josnars, detenido junto a él, afirmó haber sido sometido a torturas extremas, incluyendo  ser suspendido  de las paredes y descargas eléctricas en los testículos.

“Estos lugares están hechos para quebrar voluntades”, dijo Andreina Baduel, hija de Raúl Baduel.

Credit: Andreina Baduel.

Raúl Isaías Baduel y dos de sus hijas.

Uno de los presos actuales es el defensor de derechos humanos Javier Tarazona. La ONU sostiene que fue golpeado, asfixiado con bolsas plásticas y mantenido en una celda de castigo con la luz encendida las 24 horas del día. También está recluido en El Helicoide el periodista Carlos Julio Rojas, que llevaba más de cuatro meses en aislamiento hasta que el 17 de noviembre pasado lo pudo visitar una asociación de periodistas. La abogada y defensora de derechos humanos Rocío San Miguel está confinada en El Helicoide desde febrero de 2024 sin derecho a contactar a su abogado. Su familia relata que sufrió una fractura de hombro que no fue tratada por meses.

Pero, para enfado de los defensores de estos presos, los Pioneros del Ávila también se instalaron allí. Su cancha está en la estructura conocida como “La Montaña”, un edificio piramidal de concreto gris sobre El Helicoide.

“Para nosotros es una preocupación que usen El Helicoide, un lugar donde se tortura de forma sistemática, como una herramienta para blanquear a aquellos responsables de crímenes de lesa humanidad a través de actos deportivos”, dijo Víctor Navarro, exprisionero político y director de una ONG dedicada a preservar la memoria histórica de los presos políticos, en una entrevista con Efecto Cocuyo.

Los prisioneros encerrados dentro de El Helicoide saben que hay partidos de baloncesto que se juegan encima de ellos, pero no pueden escucharlos por las gruesas paredes de concreto, según un familiar que habló bajo anonimato por motivos de seguridad.

Pioneros y Spartans

Según medios locales, “La Montaña” fue renovada y convertida en una instalación deportiva en 2022, y bautizada como Gimnasio Elio Estrada Paredes en honor al comandante general de la Guardia Nacional Bolivariana. 

Estrada Paredes fue sancionado por Estados Unidos en septiembre de 2024 por su rol en “la represión del pueblo venezolano” y fue identificado por la ONU como parte de la cadena de mando responsable de torturas  y el maltrato de prisioneros en El Helicoide.

Ahí juegan de local los Pioneros del Ávila, fundados en abril de 2024. No hay información pública sobre su propietario. Sus uniformes, sin embargo, llevan logos del Ministerio de Interior, PDVSA y  la marca nacional de turismo de Venezuela.

Credit: Screenshot Instagram/pionerosdelavila_

Imágenes de las redes sociales de los Pioneros del Ávila muestran a sus patrocinadores, entre estos PDVSA y el Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz.

Públicamente figura como presidenta del equipo Adelis Pamela Peña Soto. Documentos de seguridad social obtenidos por OCCRP muestran que ha sido funcionaria de la Policía Nacional Bolivariana desde 2023.

Pero tres personas diferentes, involucradas desde hace décadas en el baloncesto venezolano - las cuales hablaron bajo condición de anonimato por temor a su seguridad - aseguraron que el propietario de facto del equipo es Rubén Darío Santiago Servigna, comandante general de la Policía Nacional Bolivariana, cuya sede está en El Helicoide junto al SEBIN.

Santiago Servigna también ha sido sancionado por Estados Unidos por las detenciones arbitrarias cometidas por la policía venezolana tras las elecciones presidenciales de 2024. El oficial de policía no respondió a preguntas sobre su relación con los Pioneros del Ávila. Pero ha sido muy abierto y explícito sobre su pasión por el baloncesto y la Superliga.

“En este momento, aquí en El Helicoide, no solamente se está jugando la Superliga Nacional de Baloncesto, se está jugando un torneo maravilloso, un torneo de la milicia”, dijo Santiago en un programa de radio que presenta, Al Ritmo de la Seguridad.

“Hemos tenido la suerte y la oportunidad de estar en la Superliga, una Superliga que cada día se desarrolla de la mejor manera, ahí a empujones, a brincos y a pesar de todos los bloqueos es una Superliga que hoy más que nunca se convierte en una de las ligas más importantes de toda Latinoamérica”.

Credit: Screenshot Instagram/rubensantiagos_

Rubén Darío Santiago Servigna promocionando su programa de radio en Instagram.

Otro equipo nuevo de la Superliga que juega en El Helicoide es Spartans Distrito Capital.

Los Spartans, cuya mascota es un guerrero  de la Antigüedad de mandíbula cincelada con casco romano, son liderados de manera abierta por Leonel Alberto García Rivas. Es director de fuerzas especiales de la Policía Nacional Bolivariana.

Como Santiago Servigna, fue identificado por la Misión de la ONU como parte de la cadena de mando de grupos policiales especiales que estuvieron activamente involucrados en torturas, detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas de corta duración, así como tortura y malos tratos, incluida la violencia sexual y otras violaciones de derechos humanos de presos políticos. En marzo de este año, García Rivas fue sancionado por el gobierno canadiense por sus vínculos con violaciones a los derechos humanos.

A diferencia de otros dueños de equipos de la Supreliga, García Rivas asume públicamente su papel de propietario del equipo y aparece en eventos públicos vinculados a los Spartans. A principios de este año, participó en una conferencia de prensa en un restaurante de Caracas donde se presentó a los fanáticos y los medios la plantilla del equipo para 2025 .

Su esposa, Qweany Vanessa Torres Toro, es la presidenta del equipo - según indican cuentas de Spartans en redes sociales - y es el rostro de muchas de sus iniciativas públicas, incluyendo clínicas de entrenamiento de baloncesto y la donación de balones y uniformes deportivos para niños desfavorecidos.

Credit: Screenshot Instagram/allstar.vzla

Qweany Vanessa Torres Toro en la cancha central antes de un partido de los Spartans en marzo de 2023.

Las redes sociales del equipo han publicado frecuentemente imágenes de Torres Toro asistiendo a los juegos de los Spartans y lanzando el balón al aire en el saque inicial ceremonial. En una, de marzo de 2023, posa con su esposo en el centro de la cancha antes de un partido entre los Spartans y los Diablos de Miranda. “Nuestro salto entre dos de la mano de nuestra presidenta, Vanessa Torres 😍”, señalaba el pie de foto.

A third Super League team also appears to have deep patronage links to Venezuelan intelligence. According to its social media page, the Gladiadores de Anzoátegui are officially owned by Fabián Carmine Eliantonio Gamboa, a regional pharmaceutical entrepreneur and government contractor.

Un tercer equipo de la Superliga también parece tener profundos vínculos con la inteligencia venezolana. Según su cuenta de redes sociales, los Gladiadores de Anzoátegui son oficialmente propiedad de Fabián Carmine Eliantonio Gamboa, un empresario farmacéutico y contratista del gobierno.

Sin embargo, los Gladiadores llevan el logo amarillo y negro del “Team Espartanos”, un colectivo de deportes que promueve el teniente coronel Alexander Granko Arteaga, director de asuntos especiales de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM). Granko Arteaga, al igual que sus subordinados, lleva el logo de los Espartanos en la manga de su uniforme. Medios de comunicación en España y Venezuela lo describieron como fundador del Team Espartanos, que comparte nombre con varias otras empresas que supuestamente posee, incluida una marca de ron.

La DGCIM es una de las fuerzas de seguridad más temidas de Venezuela y una de las principales autoras de violaciones a los derechos humanos, según la Misión de determinación de hechos de la ONU. Por su propio papel en estas violaciones, en 2019 Granko Arteaga fue blanco de sanciones en Estados Unidos, la Unión Europea y Suiza. El sonido de su nombre, según el reciente informe sobre baloncesto de Transparencia Venezuela, “despierta escalofríos en miembros de la sociedad civil de Venezuela”.

¿Una nueva “edad dorada”?

En Venezuela hay canchas y aros improvisados en cada rincón del país, reflejo del profundo amor por el baloncesto, su deporte colectivo más exitoso por décadas en el escenario internacional. La selección masculina ha clasificado a cinco Mundiales, dos Juegos Olímpicos y se coronó tres veces campeona sudamericana.

Muchos aún añoran la época dorada de los noventa, cuando la Vinotinto quedó segunda en el preolímpico de 1992, detrás del legendario Dream Team estadounidense.

Pérez, el periodista deportivo, dijo que él y otros recordaban esta era con profunda nostalgia. 

“Veías los partidos del domingo o sábado, que se celebraban en Caracas, iban hasta el tope de gente... dondequiera que se celebraran”, dijo. “Y cuando se profesionalizó, todo el negocio se abrió y ganaban muy buen dinero”.

Credit: Alvaro Fuente/NurPhoto/NurPhoto via AFP

Niños jugando baloncesto en una cancha en Caracas, Venezuela, en noviembre de 2017.

Este sistema se sostenía en la Liga Especial de Baloncesto, la primera competencia de baloncesto profesional del país, fundada en 1974 por un periodista y promotor deportivo, y que dio lugar a varios equipos legendarios.

Pero en la década de 2000, el declive económico y las cambiantes prioridades políticas comenzaron a erosionar los cimientos de la Liga Especial. “El problema fue que financieramente, las ganancias estaban disminuyendo, y entonces la calidad de las importaciones [de jugadores] que traían también disminuyó, y en general la calidad de los juegos era baja, y algunos sintieron que la inversión que habían hecho no estaba dando frutos”, explicó Pérez. “Así que renunciaron a los equipos, algunos los vendieron, otros los pasaron a familiares, pero eso fue lo que pasó. Ese fue el fin de esa edad de oro”.

Finalmente, el gobierno de Nicolás Maduro entró en este vacío y comenzó a estrechar los vínculos entre el deporte y su propio régimen. En diciembre de 2019, Hanthony Coello, entonces viceministro de Política Interior y Seguridad Jurídica, fue nombrado presidente de la Federación Venezolana de Baloncesto, el organismo rector que supervisa el deporte a todos los niveles.

En una conferencia de prensa para conmemorar su nombramiento, anunció que se crearía una nueva “Superliga de Baloncesto” al año siguiente en un esfuerzo por revivir el deporte. “Tuvimos algunas buenas décadas de baloncesto profesional, pero los tiempos han cambiado, y necesitamos adaptarnos a los nuevos tiempos, necesitamos nuevas formas de gestionar, necesitamos mirar a los mercados internacionales”, dijo.

La Superliga de Baloncesto comenzó en 2020, con 13 equipos. Algunos eran clubes respetados con largas trayectorias, como los Cocodrilos de Caracas y los Trotamundos de Carabobo, pero la liga también integró varios clubes completamente nuevos, incluido uno que ahora juega en El Helicoide: Spartans Distrito Capital. (En 2022, la composición de la liga se ajustó ligeramente y su nombre cambió a Superliga Profesional de Baloncesto después de fusionarse con otra liga).

La liga ha reclutado con éxito a varios jugadores internacionales, entre estos veteranos del baloncesto universitario de Estados Unidos e incluso a dos ex jugadores de la NBA, Dwight Buycks y Hollis Thompson.

Coello mantiene estrechos vínculos con la Superliga, aparecer regularmente en los partidos y asistió a la asamblea general de la liga el año pasado como invitado de honor. No respondió a una solicitud de comentarios.

La conexión FIBA

Aunque la Superliga es una creación venezolana, tiene vínculos con la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) a través de la Federación Venezolana de Baloncesto, miembro de la FIBA

La Federación Venezolana ayudó a fundar y promueve fuertemente la Superliga, y su presidente, Hanthony Coello, ha elogiado la asistencia de la FIBA para ayudar a desarrollar el baloncesto en el país, incluyendo la mejora del “sistema de competencia nacional”, que incluye a la Superliga. 

La liga también muestra el logo de la FIBA en su sitio web. 

Cuando se le pidió que comentara sobre su relación con la Superliga y el baloncesto venezolano, y si esta asociación podría violar sus políticas internas sobre derechos humanos, la FIBA respondió que “no tenía información sobre las posibles violaciones de derechos humanos a las que se refiere su consulta”.

“No tenemos ninguna relación directa con la Superliga Profesional de Baloncesto de Venezuela (SPB)”, afirmó una portavoz de la FIBA. “La presencia del logotipo de la FIBA se debe únicamente al uso por parte de la SPB de FIBA Live Stats, la solución de estadísticas de baloncesto reconocida a nivel mundial, que es ampliamente utilizada por numerosas federaciones nacionales, ligas y clubes de todo el mundo”.

Aunque no está claro cuánta gente apoya de manera genuina la Superliga, los partidos se transmiten en televisión pública y las entradas son gratuitas, lo que garantiza estadios llenos. En el partido al que asistieron reporteros de OCCRP, algunos espectadores hicieron filas de hasta dos horas para obtener una pulsera roja que permitía entrar al coliseo de El Helicoide  sin pagar.

El lugar se llenó con velocidad hasta llegar a su capacidad total. En las gradas de aluminio, la gente se apretujaba, algunos sentaron a sus hijos en sus regazos para hacer más espacio, mientras los Pioneros vestidos de naranja se enfrentaban a los Trotamundos de Carabobo.

Y, dominándolo todo, en lo más alto de “La Montaña”, cuelga un gran cartel con tres rostros enormes que sirven como un recordatorio constante de la presencia del régimen venezolano: el difunto líder autocrático Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, junto al héroe venezolano Simón Bolívar, cuyo legado Chávez reivindicó. 

Grandes letras blancas en la parte inferior del cartel sentencian: “Mandar obedeciendo al pueblo”.