Un tercio de los generales del Ejército Bolivariano está vinculado a empresas habilitadas para hacer negocios con el gobierno.
Escasez extrema de alimentos y medicinas, hiperinflaciĂłn, represiĂłn polĂtica y escándalos de corrupciĂłn: una crisis tan compleja podrĂa haber doblegado a más de un gobierno. Pero no al venezolano, donde altos oficiales del ejĂ©rcito han sido recompensados por mantener el statu quo, incluso mientras el paĂs se hunde en una espiral de ruina econĂłmica.
Una investigaciĂłn de OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project) expone los nexos financieros entre la administraciĂłn del presidente Nicolás Maduro y una camarilla de generales que están detrás de empresas privadas que recibieron lucrativos contratos estatales y otros beneficios. Para algunos analistas, este tipo de retribuciones son un factor clave para asegurar la lealtad al rĂ©gimen de Maduro, en medio de una situaciĂłn polĂtica y econĂłmica que se deteriora.
Una serie de documentos internos del Ejército Bolivariano, conocidos por OCCRP, fueron el punto de partida de la investigación. Un equipo de reporteros luego revisó registros empresariales y de propiedad, tanto en Venezuela como en Estados Unidos. También entrevistaron a varios oficiales con conocimiento sobre empresas relacionadas con generales. OCCRP tuvo además acceso a una copia completa del Registro Nacional de Contratistas (RNC) del 2017, antes de que el gobierno decidiera eliminar buena parte de la información que estaba disponible.
Los documentos revelan por primera vez que, para 2019, Venezuela contaba con 312 generales activos en el EjĂ©rcito, la rama más poderosa de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb). Casi un tercio de estos altos oficiales están vinculados a empresas que están habilitadas para hacer negocios con el gobierno. De estos, 35 son socios o están en juntas directivas de compañĂas privadas que aparecen en el RNC. La investigaciĂłn se centrĂł en este grupo, que OCCRP bautizĂł como el Club de los 35 (ver perfiles).
Los miembros del Club de los 35 se relacionan con 41 empresas privadas habilitadas para contratar con el Estado. Fueron fundadas a partir de 2004 y se concentran en sectores económicos clave como la construcción, la alimentación, el transporte y el petróleo. En total, obtuvieron más de 220 contratos a lo largo de los años. También se han involucrado en actividades tan diversas como la publicidad, la venta de equipos de salud, la importación de juguetes y el turismo.
“Se convierte en una especie de doctrina militar que algunos oficiales creen una empresa”, dijo Pedro Mendoza, un ex teniente de la Guardia Nacional Bolivariana, otra rama de las Fanb, que decidiĂł abandonar su paĂs en 2019 y cruzĂł la frontera hacia Colombia.
Mendoza describió la actitud de la administración Maduro hacia sus generales como: “Tú me proteges, me mantienes en el poder y yo te doy a ti la posibilidad de que tengas beneficios económicos”.
Las ventajas del club
Una mirada más profunda muestra que el estilo de vida de los miembros del Club de los 35 es incompatible con sus sueldos. OCCRP tuvo acceso a nóminas del Ejército Bolivariano, que en Venezuela no son públicas, y muestran que un teniente gana en promedio 6,30 dólares mensuales, mientras que el salario de un general alcanza sólo 8,90 dólares.
Como en el resto de la economĂa venezolana, los salarios de los militares han venido perdiendo su poder adquisitivo. SegĂşn el Fondo Monetario Internacional, Venezuela es el paĂs del mundo que sin estar en guerra o experimentando un desastre natural, ha sufrido el mayor colapso econĂłmico en los Ăşltimos 50 años. En 2019, se registrĂł una hiperinflaciĂłn de 9.585 %. La proporciĂłn de la poblaciĂłn que vive en la pobreza extrema saltĂł del 10 % en 2014 al 85 % en 2018.
Estos bajos salarios, frutos de la debacle económica, crearon un incentivo adicional para que los oficiales completaran sus ingresos con empresas alternas, según explicó Pedro Mendoza, el ex teniente de la Guardia Nacional Bolivariana, que ahora está en Colombia y cuyo corte de pelo austero y postura firme son signos visibles de su pasado militar.
“Lo que se percibe hoy en dĂa por nĂłmina, por sueldo básico, no alcanza para nada”, dijo durante la entrevista realizada en una pollerĂa en el municipio de Villa del Rosario, que queda a solo 10 minutos de la frontera con Venezuela. “Por eso, los altos oficiales tienen sus negocios en paralelo”.
El mismo ministro de defensa, el general Vladimir Padrino LĂłpez, ganaba oficialmente menos de 8 dĂłlares al mes en septiembre del año pasado. Pero, segĂşn una investigaciĂłn de OCCRP que es parte de esta serie, Padrino tiene vĂnculos con una constelaciĂłn de empresas y propiedades en Venezuela y en Estados Unidos que valen varios millones de dĂłlares.
Uno de los miembros del Club de los 35, el general Hernán Akhnanton Noguera MejĂa, es quien concentra el mayor nĂşmero de contratos estatales: 47. A travĂ©s de su empresa de catering, la AsociaciĂłn Cooperativa Andina de Festejos, organizĂł un asado para 600 funcionarios del Seniat, el servicio nacional de aduanas e impuestos. En un acto de entrega de patrullas y motocicletas a policĂa regionales en el marco de la Gran MisiĂłn A Toda Vida Venezuela, le alquilaron carpas e incluso palmeras para la ceremonia. La empresa fue fundada en 2010, solo un mes despuĂ©s de que lo ascendieran al grado de teniente coronel.
Aunque, según los registros filtrados a OCCRP, Noguera solo gana alrededor de 9 dólares mensuales, en su perfil de Facebook publicó información sobre vacaciones en el extranjero, incluyendo viajes a Italia, España, Israel, Malta y Mónaco. En 2010, estuvo en un crucero por el Mediterráneo.
Otro de los miembros del Club de los 35 es el general JesĂşs Emilio Vásquez Quintero, actual fiscal general de la FiscalĂa General Militar, instituciĂłn que ha sido vinculada a la persecuciĂłn judicial interna en las Fuerzas Armadas y que incluso, cĂłmo lo han denunciado ONGs de derechos humanos, ha iniciado juicios contra civiles. En 2005 se fundĂł la AsociaciĂłn Cooperativa El Tepuy, en la que Ă©l y su esposa Tibisay Villalobos aparecen con el 40 % de las acciones.
La empresa obtuvo 41 contratos con numerosas instituciones estatales. Para la 51 Brigada Domingo Sifontes reparĂł equipos de vehĂculos y suministrĂł materiales de ferreterĂa. Le vendiĂł neveras y equipos mĂ©dicos al Hospital Universitario de Caracas, uno de los principales centros de salud del paĂs. El ministerio para la Cultura le comprĂł fotocopiadoras Canon, mientras que el ministerio para el Servicio Penitenciario adquiriĂł materiales de ferreterĂa de la compañĂa. Incluso le entregĂł tambores de desengrasantes para uso mecánico y tambores de solvente dielĂ©ctrico a la Industria Venezolana de Aluminio.
OCCRP visitĂł las cuatro direcciones de la AsociaciĂłn Cooperativa El Tepuy que figuran en el RNC. En una funcionaba una tienda de repuestos de automĂłviles, otra correspondĂa a un edificio residencial, en otra la empresa no figuraba en el directorio del edificio, mientras que en la Ăşltima la oficina que funciona ahĂ estaba cerrada y no habĂa signos de que ahĂ funcionara la empresa.
Según la Constitución y la ley anticorrupción, es ilegal que funcionarios públicos utilicen su cargo en beneficio personal, ya sea directamente o a través de un tercero asociado, como un familiar. Eso incluye capitalizar las conexiones personales para obtener contratos estatales.
“No ha habido voluntad para revisar quĂ© está pasando con esos oficiales que están vinculados a un sector polĂtico y que manejan enormes cantidades de dinero”, dijo el abogado de derechos humanos Alonso Medina Roa, quien ha defendido a varios oficiales acusados de rebelarse contra el gobierno de Maduro.
“El funcionario público tiene que ofrecer dedicación exclusiva, no puede contratar con el Estado, no puedes generar otro tipo de actividad comercial”, añadió.
Famiempresas
En algunos casos, OCCRP encontrĂł pruebas de que los generales crearon empresas en los mismos sectores econĂłmicos en los que se desenvuelven.
En 2011, cuando empezĂł a trabajar en el palacio presidencial de Miraflores, el general JesĂşs Rafael Villamizar GĂłmez se convirtiĂł en secretario y accionista de la empresa de seguridad AsociaciĂłn Cooperativa Seguridad y ProtecciĂłn Universal 1204. En 2016, lo nombran comandante de la Brigada Especial de ProtecciĂłn y Aseguramiento Presidencial, un puesto clave tras las repetidas denuncias de conspiraciones para asesinar a Maduro (el general Villamizar no contestĂł a las preguntas enviadas).

Sin embargo, cuando OCCRP visitĂł la sede de la empresa que figura en el RNC, encontrĂł una residencia privada. El vigilante de la unidad dijo que ahĂ no opera, ni ha operado, ninguna compañĂa.
Algunos de los miembros del Club de los 35 incluyeron a familiares en sus empresas para mantener sus negocios en secreto. OCCRP encontrĂł por lo menos cinco generales con parientes en puestos clave en sus compañĂas. El general Alejandro RamĂłn Maya Silva, director del despacho del comandante general del EjĂ©rcito, está vinculado a dos empresas: Aquila Grupo Empresarial, C.A. y La Granja Integral, C.A. Esta Ăşltima, involucrada en el negocio agrĂcola, fue fundada en 2017 cuando Maya Silva ya era general. En el consejo de administraciĂłn figuran dos de sus hijos.
En algunos casos, las esposas de estos altos oficiales tienen sus propias sociedades en el registro de contratistas. Es el caso del general Carlos Alessandro Cestari Infantini, que en 2016 se convirtiĂł en gerente general de tecnologĂa de informaciĂłn y comunicaciones del Seniat, el instituto nacional de aduanas y tributos. El alto oficial y su esposa, Mariangel Arruebarrena, son dueños de Geringtel Inversiones, una empresa de informática, construcciĂłn y publicidad que cuenta entre sus clientes al ministerio de Defensa, el Banco del Tesoro y el Saime, el organismo de identificaciĂłn y migraciĂłn.
La esposa de Cestari es además dueña de T.C.J. Inversiones, una empresa constructora que ha contado entre sus clientes al ministerio de Defensa, a la Fundación de Desarrollo Nacional Aeroportuario y Portuario y al propio Seniat.
OCCRP enviĂł correos electrĂłnicos a todos los miembros del Club de los 35. Ăšnicamente dos respondieron (ver perfiles).
La informaciĂłn sobre las compañĂas vinculadas a los generales viene del Registro Nacional de Contratistas (RNC), al que las empresas se supone deben afiliarse para obtener contratos con el Estado. Hasta hace tres años, una multitud de datos estaban a disposiciĂłn del pĂşblico, incluyendo la direcciĂłn de las empresas, la identidad de los accionistas, de los socios y de los miembros de la junta directiva, asĂ como detalles de los contratos pĂşblicos de dicha empresa.
Pero en agosto de 2017, el gobierno limitĂł severamente la informaciĂłn del RNC, y ya no es posible saber quĂ© personas tienen vĂnculos con las empresas contratistas ni quĂ© contratos han obtenido. De la noche a la mañana, Venezuela se volviĂł casi tan opaca como una jurisdicciĂłn offshore.
"La contratación del Estado es realmente una caja negra en Venezuela, no hay acceso", explicó Andrés Cañizalez, investigador de la Universidad Católica Andrés Bello y experto en temas de transparencia.
Occrp pudo obtener una copia de la base de datos completa, tal y como estaba justo antes de ser retirada. El gobierno declarĂł que tomĂł esa medida porque la informaciĂłn del registro era usada por bandas criminales para extorsionar y secuestrar.
Pero Cañizalez dijo que el verdadero objetivo de la decisiĂłn es “impedir que se siguieran haciendo investigaciones donde en varios casos se habĂan develado los nexos familiares de contratistas del Estado con altos funcionarios”.
La esencia del madurismo
La incursiĂłn militar en la economĂa venezolana comenzĂł hace dos dĂ©cadas, con el ascenso al poder de Hugo Chávez, un ex teniente coronel del ejĂ©rcito que fue elegido presidente en 1998.
Hasta ese momento, despuĂ©s de que terminara el gobierno militar de 1958, las fuerzas armadas cumplĂan con sus misiones habituales como la defensa nacional y el control del orden pĂşblico. Incluso estaba prohibido que votaran.
Chávez impulsĂł una nueva alianza, que bautizĂł “cĂvico-militar” y lanzĂł el Plan BolĂvar 2000 con un presupuesto de 114 millones de dĂłlares, en el que miles de soldados participaron en obras pĂşblicas como la reconstrucciĂłn de carreteras y remodelaciĂłn de escuelas. En virtud de la nueva ConstituciĂłn, que se aprobĂł a finales de 1999, los militares fueron encargados de impulsar el desarrollo nacional y el presidente asumiĂł la potestad de decidir sobre el ascenso de los oficiales.
Tras el fallido golpe de estado de 2002, Chávez incrementĂł la participaciĂłn de oficiales de su confianza en el manejo de la economĂa. Con el tiempo, altos oficiales militares tomaron el control de cinco puertos, asĂ como de la estatal PetrĂłleos de Venezuela S.A. (PDVSA), la principal fuente de divisas del paĂs.
En 2005 entrĂł en vigor la ley orgánica de las fuerzas armadas destinada a "fortalecer la integraciĂłn cĂvico-militar". Incluso se empezĂł a reclutar civiles en un nuevo cuerpo militar hĂbrido: las Milicias Bolivarianas.
En paralelo, altos oficiales empezaron a ganar protagonismo en el mundo de los negocios. En 2005, según muestran los registros, los miembros del Club de los 35 inscribieron siete empresas, más que en cualquier año anterior o posterior.
Cuando el presidente Maduro asumiĂł su cargo en 2013, tras la muerte de Chávez, ampliĂł aĂşn más el papel de los militares en la vida civil. En 2018, siete de los 23 gobernadores de Venezuela son oficiales, activos o retirados. Además, nueve militares eran parte de su gabinete. Los militares tambiĂ©n dirigĂan por lo menos 60 empresas pĂşblicas.
Los oficiales con intereses econĂłmicos constituyen la “esencia del madurismo”, segĂşn Javier Corrales, catedrático de ciencia polĂtica y experto en LatinoamĂ©rica en el Amherst College de Estados Unidos.
“[Eso es] más importante hoy que en cualquier momento bajo Chávez, y eso que Chávez fue el inventor de aquello de la alianza cĂvico-militar de los 2000”, dijo en un correo electrĂłnico.
Para Corrales, hay tres tipos de “mili-empresarios”: los que dirigen empresas estatales; los oficiales en servicio y retirados que tienen empresas privadas que hacen negocios con el Estado; y militares involucrados en negocios ilegales. “A ninguno de estos grupos les parece bien una transición hacia un régimen no chavista”, señala Corrales.
Debido a severas restricciones para realizar investigaciones periodĂsticas en Venezuela, es difĂcil determinar si miembros del Club de los 35 estuvieron involucrados en prácticas corruptas. Sin embargo, oficiales disidentes que huyeron del paĂs, han contado cĂłmo empresas de generales venezolanos se aprovechan de los fondos pĂşblicos.
Lealtad condicionada
Antes de que Harry Solano cruzara la frontera con Colombia, era sargento de la Guardia Nacional Bolivariana. Pero lo que calificĂł de corrupciĂłn endĂ©mica, que le tocĂł ver de primera mano cuando trabajaba en empresas dirigidas por militares o en programas gubernamentales, lo llevĂł a organizar el efĂmero levantamiento armado de Cotiza en enero de 2019.
Cuenta que en Sidor, el principal complejo siderĂşrgico del paĂs, le ordenaron cargar varillas de acero corrugado (cabillas) a camiones que eran de un general. “La mafia que habĂa con las cabillas, era impresionante”, le dijo Solano a OCCRP en CĂşcuta, Colombia, donde huyĂł despuĂ©s de que el alzamiento fracasara. ExplicĂł que Ă©l sacaba las cabillas y el alto oficial las metĂa en su empresa y luego las vendĂa y exportaba.
Fue testigo de esquemas similares cuando era inspector de la Gran Misión Vivienda Venezuela, un proyecto del gobierno para construir casas de interés social, donde vio cómo se saquearon materiales de construcción importados de China. “Empiezo a ver en la Misión Vivienda cómo se robaban los recursos, las cabillas, las puertas, el cemento, se los robaban para bachaqueárselo (revenderlo) a las empresas privadas. Llegaban cabillas de China, puertas principales de China para las casas”, señaló.
“Te digo, de 100 toneladas de cabilla que en un momento llegaron, una tonelada solamente fue para la Misión Vivienda en el estado Anzoátegui. Las 99 toneladas que faltaron, se perdieron”, dijo el exsargento.
SegĂşn Solano, que fue escolta de varios generales, este tipo de corrupciĂłn explica por quĂ© los oficiales de alto rango todavĂa apoyan al gobierno. “Si el rĂ©gimen cae, los oficiales dejan de percibir dinero...No hay nada ideolĂłgico, todo es interĂ©s del dinero”.
Otro exteniente que huyó a Colombia, y que pidió no ser identificado por temor a represalias contra sus familiares que viven en Venezuela, dijo que algunos generales que dirigen programas de vivienda crean empresas que luego se ganan contratos públicos con las diferentes “misiones” sociales.
"La lealtad hacia el régimen de Maduro es obtener algún beneficio. Yo obtengo beneficios del régimen y yo estoy con el régimen”, indicó. “Eso es la lealtad, por eso es que no se voltean”.