Operaciones secretas: El peruano acusado de lavar cantidades masivas de dinero del narcotráfico

Por décadas, Carlos Sein Atachahua habría liderado un imperio global de lavado de dinero. La policía dice que las drogas que pertenecían a su grupo, estampilladas con símbolos incas peruanos, logotipos, llegaron hasta las manos de la 'Ndrangheta italiana y de otros grupos criminales. Casas de cambio corruptas en diferentes latitudes habrían sido cómplices para blanquear las ganancias.

Key Findings

  • Carlos Sein Atachahua Espinoza, presunto lavador de dinero peruano, se encuentra en arresto domiciliario en Argentina a la espera de un juicio.
  • Durante 14 años, indican las autoridades, lavó dinero en efectivo para un imperio del narcótrafico, basado en Argentina y con conexiones con grupos criminales en todo el mundo.
  • Las autoridades argentinas señalan que invirtió una fortuna en propiedades, terrenos, gasolineras y más.
  • Para lavar las ganancias del narcotráfico, las autoridades creen que usó casas de dinero corruptas en Europa para enviar dinero en efectivo a Perú.

Carlos Sein Atachahua Espinoza a veces se presentaba a las reuniones vestido con un overol de albañil manchado. Un atuendo inesperado para una persona acusada de lavar dinero para una organización transnacional de tráfico de drogas. Parecía más a un hombre que había estado haciendo remodelaciones en una casa.

Pero detrás de esta apariencia desaliñada, de individuo común y corriente, el peruano de cabello oscuro y de 52 años era un hombre meticuloso, extremadamente cauto y multimillonario, según fiscales argentinos. Quienes han testificado en su contra dicen que manejaba su operación principalmente en efectivo y mantenía la información compartimentada entre las personas a las que dirigía, compartiendo únicamente lo que cada uno debía saber.

Se presentó a la fiscalía como cambista o vendedor de autos usados y usó alias como “Abraham Levy”. En otras ocasiones, portaba credenciales que indicaban que era ingeniero de fluidos egresado de una universidad de Lima.

Durante al menos 14 años, sostienen las autoridades, la táctica funcionó. Desde al menos 2006 hasta 2020, Atachahua logró mantenerse fuera del radar y lavar dinero para un imperio de narcotráfico con conexiones en América Latina, Norteamérica y Europa, según la declaración que dio su contador a las autoridades argentinas.

Los fiscales argentinos acusaron a Atachahua de lavado de dinero y no de narcotráfico. Sin embargo, también han argumentado que estuvo involucrado en el traslado de cocaína desde zonas productoras de Sudamérica hasta regiones al otro lado del mundo. Sus cargamentos a menudo estaban estampados con logos de soles y otros símbolos incas.

Más allá de Perú, se relacionó con traficantes de la vecina Colombia y vendió cocaína al poderoso clan criminal italiano ‘Ndrangheta’. Cuando los millones de dólares empezaron a fluir, habría usado casas de cambio corruptas a ambos lados del Atlántico para lavar las ganancias obtenidas en el mercado europeo.

Atachahua finalmente fue arrestado por cargos de lavado de dinero en Argentina en 2020, dos años después de que su antiguo contador, Diego Xavier Guastini, empezara a entregar información sobre su jefe a las autoridades.

Para entonces, según el expediente penal de Atachahua, su grupo había usado una fortuna en dinero sucio para crear empresas ficticias y comprar millones en bienes raíces en Argentina, incluyendo estacionamientos. Los periodistas también encontraron varias propiedades y terrenos relacionados con Atachahua y su familia en Perú.

En el pasado, Atachahua cumplió una condena por narcotráfico en su Perú natal. Él y su contador Guastini fueron investigados en Uruguay en el marco de una operación antidrogas. Guastini manifestó, en sus declaraciones a las autoridades argentinas, que Atachahua dirigía una organización internacional de bajo perfil que trabajaba con otras redes para transportar cocaína a Europa.

Mientras investigaban las supuestas actividades de blanqueo de Atachahua, los fiscales encontraron “incrementos económicos injustificados”, que sostienen están relacionados con “presuntas maniobras de lavado de activos provenientes del narcotráfico”. Los fiscales argentinos no indicaron por qué Atachahua no ha sido acusado de delitos relacionados con el tráfico de drogas o si en algún momento podría serlo, porque “es un caso en curso”.

Carlos Sein Atachahua is taken into custody
Crédito: Gendarmería Nacional Argentina Carlos Sein Atachahua, a la izquierda, es detenido en Buenos Aires.

Mientras se define su futuro y permanece en su casa en Argentina monitoreado con una tobillera electrónica, periodistas de OCCRP, El Comercio, Infobae, Búsqueda, IrpiMedia y Convoca, han desentrañado la red de Atachahua. Sus operaciones fueron reveladas a través de documentos judiciales, entrevistas con autoridades en Sudamérica y Europa y registros migratorios, así como información de propiedades y empresas.

La organización en la que estuvo involucrada Atachahua es acusada de lavar al menos $7 millones, pero en 2020 las autoridades declararon a la prensa que la cifra podría ser mucho mayor. Guastini dijo a las autoridades que Atachahua se esforzaba por ocultar sus actividades ilícitas porque tenía la ambición de enderezar su vida.

Su plan era, con el tiempo, convertirse en un hombre de negocios honesto, apuntó el contador. “Lo que él pretendía era tener un paraguas blanco, lícito, comercial, que sus hijos vieran que él iba a trabajar”.

Si eso llega a suceder, Guastini no podrá verlo.

En octubre de 2019, unos días después de hablar por tercera vez con las autoridades sobre Atachahua, el contador fue asesinado a tiros.

Los medios argentinos informaron que una camioneta Toyota bloqueó el camino del Audi A4 de Guastini mientras conducía por un suburbio de Buenos Aires. Luego, un sicario en una motocicleta le disparó tres veces. “Me dieron, me dieron, mirame si me dieron”, alcanzó a decirle a un conductor que lo ayudó a llegar a la acera. Guastini murió poco tiempo después en un hospital cercano.

Atachahua no ha sido acusado del asesinato de su contador, quien también tenía vínculos con otros grupos criminales. Las acusaciones contra Atachahua de la policía y de otras fuentes, así como la imputación oficial, no han sido probadas en los tribunales. A través de su abogado, Atachahua declinó contestar las preguntas que le enviaron los periodistas.

Car is seen with bullet holes shot through its side
Crédito: Infobae (Argentina) El automóvil de Diego Xavier Guastini se ve con agujeros de bala en un costado, luego de que lo mataran mientras conducía por un suburbio de Buenos Aires.

Por debajo del radar

Atachahua surgió de orígenes oscuros. En Huánuco, una ciudad del centro de Perú, heredó la sapiencia criminal de su familia, involucrada en el negocio de las drogas por décadas.

🔗Un legado familiar

El padre de Atachahua enfrentó procesos judiciales relacionados con tráfico de droga en Perú desde la década de los años sesenta. Su madre, su hermana mayor y su cuñado también han sido condenados por su participación en el negocio de las drogas.

En la década de 1980, las autoridades peruanas detuvieron a la madre de Atachahua en una casa que contenía más de nueve kilogramos de pasta base de cocaína, y en 2001 su hermana mayor y otras personas fueron detenidas en Perú por posesión de drogas para su distribución y comercialización.

Su cuñado, Enrique Sósimo Ángeles Flores, fue capturado en Perú en 2003 y condenado a 10 años por narcotráfico. Según el contador Diego Guastini, Ángeles Flores era un jugador central en la organización de Atachahua.

En 1999, tuvo su primer roce con la ley, cuando fue arrestado y luego condenado a nueve años de prisión en Perú por tráfico de drogas y falsificación de documentos, después de que encontraran cocaína en un automóvil en el que viajaba. Fue liberado antes de tiempo por razones que aún no están claras, y a mediados de la década de 2000 llegó a Argentina.

Se estableció en el exclusivo barrio de Caballito en Buenos Aires, Guastini dijo que Atachahua comenzó vendiendo drogas en el mercado local. Pero pronto amplió sus horizontes, llevando su cocaína - que se cree venía de Bolivia o Perú - a Europa a través de puntos de salida en Uruguay y Brasil.

Guastini explicó a las autoridades cómo su jefe se relacionó con colombianos, uruguayos, chilenos e italianos, todos con sus propias rutas de tráfico establecidas, en un esfuerzo por “corporativizar” su negocio y sacarlo de los barrios marginales.

Registros migratorios aéreos y terrestres peruanos obtenidos por esta investigación respaldan este testimonio y muestran que desde diciembre de 2002 el ambicioso Atachahua ya estaba viajando a Brasil y Chile.

Guastini indicó que una vez la cocaína obtenida, se movía por tierra a través de Suramérica en vehículos particulares y camiones que transportaban productos como bananos o artículos de aseo. Los paquetes, dijo Guastini, se introducían en compartimentos secretos en el chasis y se ajustaban con espuma expansiva.

La “mercancía” comercializada por la organización supuestamente asociada con Atachahua a menudo estaba marcada con un sol peruano, que evoca la tradición inca y sus orígenes indígenas, dijo Guastini.

La organización evitaba los puestos de control, incluso si eso significaba viajes más largos. A veces una sola operación podía demorarse hasta 40 días, declaró Guastini a las autoridades, con cargamentos que recorrían rutas sinuosas hacia Brasil y otros lugares para luego ser enviados a Europa.

Guastini afirmó que en 23 años de actividad, la organización de Atachahua “nunca habían tenido una sola pérdida”. Atachahua, según Guastini, a menudo seguía los envíos por el mundo, organizando reuniones para conocer a los compradores y comunicarse con los contactos del bajo mundo. Registros de migración de Argentina y Perú muestran que usó al menos ocho pasaportes o documentos de identidad nacionales en sus viajes por aire y tierra.

Registros fronterizos argentinos muestran que entre 2008 y 2020, Atachahua entró y salió del país más de 200 veces, casi dos tercios de los viajes fueron a Perú. También voló 18 veces hacia y desde Canadá, donde vivía su hija. Documentos de migración peruanos muestran que realizó 290 viajes hacia y fuera del país entre 2002 y enero de 2020, incluidos viajes a Panamá y Chile.

Según las autoridades argentinas, su hija empezó a recibir donaciones ficticias de sus padres cuando cumplió 18 años en 2012. Estas transacciones, creen las autoridades, fueron diseñadas para “quitar esa sombra” de sus propios activos, los cuales fueron adquiridos con el producto del crimen. También hicieron donaciones a una exclusiva escuela privada en Columbia Británica, Canadá.

Sin embargo, para alguien en el negocio de las drogas, el liderazgo y el enfoque pausado de Atachahua con los negocios eran inusualmente modestos, indican los expertos. No le interesaban las pistolas de oro, las reuniones con famosos ni las lujosas haciendas con las que suelen alardear los narcos de Colombia y México.

“La mayor parte de narcotraficantes tienen ese punto débil, que siempre buscan exhibir sus ganancias, exhibir, porque esa es la finalidad de su negocio”, dijo el fiscal Eduardo Castañeda, de la Primera Fiscalía Supraprovincial Corporativa Especializada Contra la Criminalidad Organizada de Perú.

Por el contrario, dijo Castañeda, el enfoque de Atachahua fue “algo particular”. Estuvo caracterizado por una abundante cautela.

“Él siempre decía que una persona tiene que conocer el 20 % de la operación, que si sabía más del 20 era riesgoso, incluso que hasta su mujer tenía que conocer el 20 % de la operación”, dijo Guastini a los fiscales.

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Crédito: Edin Pasovic/OCCRP

Una máquina de lavar dinero

Después de entregar su cocaína en Europa y otros lugares, Atachahua tenía que traer sus ganancias a Suramérica, alega la acusación.

En algunas ocasiones mandó efectivo a Perú y Argentina utilizando “mulas” que lo traían en su equipaje de mano en vuelos comerciales. Otras veces, pasó por casas de cambio en Italia.

Para ello, el contador Guastini señaló que recogía personalmente el dinero en efectivo en España antes de llevarlo al norte de Italia en un auto alquilado. Allí, dijo, le entregaba el dinero a Chavin Cash, una casa de cambio ubicada cerca de la estación de tren Milano Centrale y dirigida por un peruano radicado en Milán llamado Héctor Valdivia Chávez.

Cuando los peruanos enviaban dinero de manera legítima a sus familias desde Milán, señaló Guastini, Valdivia añadía dinero extra a la cantidad inicial. Guastini, argumenta el expediente penal argentino, le daba a Valdivia un contacto en Lima que podía retirar las supuestas ganancias del narcotráfico. En otros momentos, las mulas llevaban el dinero en efectivo y lo cambiaban en casas de cambio peruanas.

Guastini dijo que Gomer River Cortez Galvez, propietario de una casa de cambio con sede en Perú llamada Mister Dólar, recibía el efectivo sospechoso que traían. Al ser contactado por teléfono, negó conocer a Atachahua o Guastini. “Acá llega todo tipo de personas con dinero a cambiar, a querer cambiar dólares”, dijo.

Valdivia no respondió a una solicitud de comentario.

Las rutas terrestres supuestamente utilizadas por la organización para el tráfico de drogas a menudo sirvieron para mover dinero en efectivo de Perú a otros países, según Guastini.

El dinero que llegó a Argentina se habría lavado usando cuatro compañías creadas por la organización, con testaferros que luego compraban estacionamientos y propiedades inmobiliarias. Según la policía, la hija y la esposa de Atachahua, Maribel del Águila Fonseca, eran parte del esquema.

Guastini señaló que, con gran parte del efectivo, compraron monedas de oro al Banco Piano de Argentina sin facturar, que luego fueron ocultadas en las tuberías de un apartamento donde Atachahua instaló una pareja de ancianos. El objetivo era que este búnker tuviera la apariencia de un hogar cualquiera. Sin embargo, cuando las autoridades argentinas allanaron el lugar, no encontraron rastros de las monedas.

En Perú, la familia también parece haber invertido dinero en la industria de las gasolineras.

En la región amazónica de San Martín, los Atachahua constituyeron la empresa de venta de combustible NCN S.A.C., con sucursales en las provincias norteñas de Rioja, Moyobamba y Mariscal Cáceres. La gerente general de la compañía es Neddy Luz Atachahua Espinoza, la hermana de Atachahua.

La estación, rodeada de camiones de carga, no tiene dirección registrada y sólo se puede llegar a ella con orientaciones de habitantes locales. Los trabajadores con los que hablaron los periodistas dijeron que las operaciones del día a día estaban a cargo de administradores externos y que la hermana de Atachahua rara vez los visitaba.

Se prenden las alarmas

Los movimientos de dinero de Atachahua no se hicieron siempre sin obstáculos.

En 2007, dos mulas fueron detenidas en el aeropuerto de Barcelona cuando transportaban 400.000 euros no declarados, según las autoridades españolas. Las autoridades incautaron la gran mayoría del dinero.

En junio de 2012, Atachuaha y Guastini viajaron a Ámsterdam vía Francia para reunirse con personas que Guastini describió en su declaración a la fiscalía como “los calabreses”, presuntamente la mafia ‘Ndrangheta, con sede en la región de Calabria, en el sur de Italia. Los registros de inmigración respaldan la versión de los hechos de Guastini.

Unos meses después, en noviembre de 2012, la policía uruguaya lanzó una operación contra la banda de Atachahua a raíz de una denuncia anónima. Un informante le contó a la policía sobre una casa donde se sospechaba que se traficaba con drogas. Vigilaron la casa y notaron un vehículo con placas argentinas. La policía hizo arrestos que daban indicios sobre los vínculos globales que había hecho el grupo.

Uno de los detenidos fue Francesco Pisano, un italiano que trabajaba como traficante para la ‘Ndrangheta. También capturaron dos argentinos y dos uruguayos e incautaron más de 276 kilos de cocaína y más de 47 kilos de pasta base.

🔗La ficha de la 'Ndrangheta en Uruguay

En 2014 acusaron en Italia a Francesco Pisano de traficar drogas para el clan Pesce de la 'Ndrangheta, conocido por controlar el mayor puerto de contenedores de Italia, Gioia Tauro.

Señalaron que era el enlace entre el cuartel general italiano del grupo y los miembros en América Latina. Los fiscales italianos lograron intervenir el celular de Pisano cuando estaba en la cárcel en Uruguay, tras ser detenido en la operación contra el grupo de Atachuaua.

En la prisión tenía un teléfono Blackberry y continuó organizando cargamentos de droga para los Pesce, haciendo conexiones con proveedores de drogas colombianos y brasileños.

Giuseppe Tirintino, un testigo de la fiscalía, señaló que en 2012 estaba trabajando para la 'Ndrangheta en Argentina y colaborando con Pisano para traficar cocaína hacia Gioia Tauro.

Tirintino dijo que estaban organizando un envío de 180 kilos desde Uruguay, pero Pisano fue detenido y sus proveedores – se sospecha el grupo Atachahua- se alcanzaron a fugar.

El primero de octubre de 2015, un tribunal de Calabria en el sur de Italia, revocó una orden de prisión preventiva contra Pisano, vigente desde noviembre de 2013. Días después, Italia le informó a Uruguay que retiraba la solicitud de extradición contra Pisano, así como la orden de búsqueda internacional.

Pisano salió libre de prisión y los registros migratorios indican que partió de Uruguay a España. Se desconoce su paradero.

Atachahua y Guastini lograron escapar a la fuga, pero hay videos de sus encuentros con los detenidos. También se logró establecer su salida: a la 1:13 de la madrugada del 24 de noviembre de 2012, justo antes de la redada policial, el Renault Megane de Atachahua fue grabado cruzando el puente de Fray Bentos que une a ambos países.

Según las autoridades, Pisano hizo un acuerdo con un traficante uruguayo para mandar la droga desde el puerto de Montevideo a Calabria.

Pero Atachahua tuvo suerte. La policía uruguaya no compartió información sobre él y Guastini con sus colegas argentinos. Una fuente policial uruguaya cercana al caso dijo que “no confiaban” en la policía federal argentina en ese momento porque no habían cooperado plenamente.

Según Guastini, también lograron intimidar a un testigo para que no se presentara a una audiencia clave, lo cual afectó aún más la investigación. Tras un cambio de fiscales, Guastini dijo que el caso contra él y Atachahua se “paralizó” y no prosperó.

Por años, Atachahua no sería rastreado.

La caída de Atachahua

Tras esa señal de alarma, Atachahua parecía aún más determinado a ocultar sus ganancias. En 2013, él y su esposa le donaron acciones de sus empresas a su hija, compañías ahora investigadas en Argentina.

En 2016, la joven se instaló en Canadá y dos años después se comprometió con un ciudadano canadiense. Mientras tanto, Guastini se estaba embarcando en una nueva alianza: a partir de 2018, el contador empezó a brindar información sobre las operaciones de Atachahua a las autoridades argentinas.

A lo largo de los años siguientes, las autoridades conocieron cada vez más sobre los negocios de Atachahua. El líder respondió haciendo ajustes de seguridad.

Según investigadores argentinos, en los meses previos a su arresto en 2020, Atachahua se preparaba para enviar un gran cargamento de drogas a España. Parecía saber que lo seguían, pero se las arregló para siempre estar un paso adelante. Cada vez que llegaba a Argentina por el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini de Buenos Aires, daba vueltas en las instalaciones por al menos una hora para perder a los oficiales. “Siempre lo conseguía”, dijo una fuente cercana al caso.

Pero finalmente, su suerte se acabó. Lo detuvieron en octubre de 2020 en una redada en la que participaron 400 gendarmes argentinos que ocuparon 25 domicilios y negocios vinculados a la red, según informaron medios locales. Las autoridades incautaron gruesas sumas de dinero en efectivo de al menos 10 monedas diferentes por un valor de varios millones de dólares. Además encontraron una pistola y 49 teléfonos celulares, indicaron medios locales.

Al mes, como parte de la acusación contra los miembros de la organización – incluyendo a Atachahua - un juez impuso un embargo sobre más de 30.000 millones de pesos argentinos en activos, unos 383 millones de dólares al tipo de cambio oficial.

Las autoridades peruanas dijeron que no están investigando a Atachahua y que no tienen información sobre Guastini o Valdivia, el cambista. Ninguno de los tres hombres ha sido investigado en España o Italia, según las autoridades.

Justo antes de la captura de Atachahua, su esposa Maribel logró viajar a Perú y se convirtió en prófuga con orden de captura internacional. En octubre de 2021, sin embargo, la arrestaron en Argentina. Afirmó que había salido a visitar a sus padres enfermos.

La hija de Atachahua también fue interrogada cuando viajó a Argentina en 2020. Le prohibieron volver a salir del país.

En una declaración ante un juez, la esposa de Atachahua manifestó que era la primera vez que estaba “involucrada en un caso judicial”. Ella dijo que no eran “una banda o una asociación ilícita”.

“Somos una familia”.

Antonio Baquero (OCCRP) contribuyó con este reportaje.

La investigación en este proyecto fue llevada a cabo por el OCCRP ID. El análisis y manejo de datos fue llevado a cabo por el Equipo de Datos del OCCRP. La verificación de datos fue llevada a cabo por el equipo de Fact-Checking del OCCRP.

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