Grupo América: el ascenso de un cártel con 'protectores'

Mileta Miljanić, un ciudadano estadounidense nacido en Bosnia, es un hombre buscado en Italia. Si llegara a hacer una escala aérea en ese país, lo arrestarían.

En Nueva York, desde 2003 hay una acusación federal contra Miljanić que sigue abierta, aunque no ha habido ningún movimiento para llevarlo ante un tribunal.

Pero no es difícil encontrar al líder del Grupo América, una brutal red de traficantes de cocaína que opera en al menos cuatro continentes y de la que se dice es responsable de una docena de asesinatos.

Tiene un apartamento en una bonita casa en el sector Ridgewood de Queens, Nueva York.

Su apellido está en el timbre de la puerta.

A veces incluso sale en la televisión.

En mayo de 2016, después de que un incendio destruyera San Sava, la emblemática iglesia ortodoxa de Manhattan, el canciller serbio Ivica Dačić voló a Nueva York para evaluar los daños. Mientras hablaba con los reporteros de televisión, los espectadores de Belgrado vieron una cara familiar en el círculo del ministro: Mileta Miljanić.

Frente a las críticas, Dačić dijo que le habían comentado que Miljanić era el benefactor de la iglesia “que dio más dinero que todos los demás donantes juntos”.

Registros de docenas de países examinados por OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project) revelan que la organización de Miljanić está vinculada desde hace décadas a alijos de drogas y a asesinatos. Desde finales de los noventa, miembros del Grupo América han sido detenidos y acusados en Alemania, Serbia, Montenegro, Italia, Grecia, Polonia, Sudáfrica, Argentina y Perú. Más de cinco toneladas de cocaína han sido incautadas al Grupo América.

Pero Miljanić se mantiene a salvo de cualquier arresto, al menos en Nueva York y en Serbia, país que visitó en agosto, como muestran publicaciones de una cuenta de Instagram usada por su esposa.

En Italia, donde los investigadores han perseguido agresivamente al Grupo América, las autoridades dicen que se han visto continuamente atados de pies y manos por las conexiones de la banda con fuerzas del orden serbias. Pero tal vez hay algo más.

“Alguien en Estados Unidos los protege”, dijo un alto funcionario de la policía italiana a OCCRP en 2015.

Un exoficial de alto rango de la policía serbia también evocó la misma teoría.

“Creo que la CIA les respalda, por eso les dimos el nombre de Grupo América”, dijo.

Oficiales de la CIA declinaron hacer algún comentario, así cómo lo hicieron todas las agencias de inteligencia o fuerzas del orden estadounidenses contactadas para este artículo.

La asombrosa historia del Grupo América tiene raíces en la comunidad migrante serbia de Nueva York y en la historia política de Serbia. Pero sus operaciones eran casi desconocidas por las autoridades hasta 2001, cuando uno de los miembros de la banda apodado Srećko - “suertudo” en serbio – le contó a la policía lo que sabía.

Durante horas, oficiales atónitos escucharon la historia de cómo un grupo de yugoslavos se adentró en el mundo criminal en las calles de Nueva York, se sumergió en la política serbia y se graduó en el mundo del narcotráfico internacional de altos vuelos.

La policía redactó informes, pero sus intentos por investigar no llegaron a ninguna parte.

Crédito: incamerastock / Alamy Vista de Manhattan, Nueva York, en 1988 desde el Empire State Building.

¿Qué es el Grupo América?

La historia del Grupo América comienza en 1970, cuando un joven serbio, Boško Radonjić, alias El Yugo, emigró a Estados Unidos desde lo que era entonces Yugoslavia.

Radonjić era la vez un criminal y un estruendoso opositor a los gobernantes comunistas de su país. Partidario de la familia real serbia exiliada, fue condenado en Estados Unidos por una serie de atentados con bombas contra misiones diplomáticas yugoslavas.

En la década de los ochenta, Radonjić era secuaz de Jimmy Coonan, el líder los Westies, una banda ultra violenta irlando-estadounidense que dominaba el tradicional barrio de Hell’s Kitchen en Nueva York. Se convirtió en el jefe de la pandilla después de que Coonan y otros líderes fueran a prisión. Bajo el mando de Radonjić, los Westies se acercaron a los Gambino, una de las cinco familias de la mafia neoyorquina liderada por el llamado Dapper Don, John Gotti. Cuando en 1986 Gotti se enfrentó a acusaciones de crimen organizado, Radonjić ayudó a manipular el jurado.

Dos jóvenes serbios del círculo del Yugo Radonjić se convertirían con el tiempo en la semilla de lo que hoy es el Grupo América.

Mileta Miljanić nació en 1960 en Gacko, un pueblo desolado del sudeste de Bosnia. No está claro cuándo dejó los Balcanes, pero en Nueva York le entregaron un número de seguridad social entre 1982 y 1984.

Él y su mejor amigo, Zoran Jakšić, probablemente un inmigrante de la pequeña ciudad de Zrenjanin cerca de Belgrado, trabajaron como guardaespaldas de Radonjić en Nueva York. En los ochenta ambos fueron condenados por delitos relacionados con fraude con tarjetas de crédito y pasaron un tiempo en prisiones federales.

Miljanić sólo cumplió 20 meses de los tres años de su sentencia. Jakšić también volvió a la calle tras cumplir parte de su condena de cinco años, pero volvió a la cárcel tras violar el régimen de libertad condicional. Pasó el principio de la década de los noventa tras las rejas.

Los dos gánsteres volvieron a los Balcanes cuando Yugoslavia se desintegraba y surgía el nacionalismo serbio liderado por el presidente Slobodan Milošević a principios de los noventa. El Yugo Radonjić se granjeó el apoyo de elementos del servicio de seguridad de Serbia, que les proporcionaron armas y los protegieron de investigaciones locales e internacionales.

Por esa época, el socio más joven del Yugo Radonjic, Vojislav Raičević, alias Voya el americano, se le unió en Belgrado. Le entregaron el control de la banda.

Raičević supervisó la transformación de la pandilla en el Grupo América, una organización criminal internacional disciplinada y secreta enfocada en el tráfico de cocaína de Sudamérica a Europa. Las autoridades también atribuyen a sus miembros múltiples asesinatos por encargo, aunque nunca los han condenado.

La banda mantuvo vínculos profundos con los servicios de seguridad serbios. En una conversación de 1997, atribuida a una interceptación telefónica de los servicios secretos croatas, se escuchó al hijo de Slobodan Milošević, Marko, y a otro hombre hablar del líder del Grupo América Raičević, a quien describen como “trabajador de Boško Bojović”, un espía montenegrino de alto rango leal a Milošević.

Ese fue el año que Raičević desapareció.

En su larga confesión a la policía años después, Srećko, alias el Suertudo, dijo que después del presunto asesinato del líder del Grupo América, su hermano Veselin Vesko Raičević convocó una reunión para planificar una campaña para eliminar a los traidores y buscar la venganza.

Entre los asistentes, dijo Srećko, se encontraba Boško Bojović, que por entonces vivía en Belgrado como socio principal del jefe de inteligencia de Serbia.

Srećko contó que le informaron que el presunto asesino de Raičević, Misa Cvjetičanin, fue trasladado a una villa en Belgrado y torturado hasta que nombró a sus conspiradores. Luego fue desmembrado con una motosierra.

La sangrienta venganza contra los asesinos de Raičević siguió con el asesinato de dos jefes de pandilla rivales, un general de la policía, dos traidores del Grupo América y el padre de uno de ellos.

Tras el asesinato, el Grupo América tenía un nuevo líder: Mileta Miljanić, el hombre que hoy vive cómodamente en Nueva York. En ese momento, acercándose a los 40 años, Miljanić tenía la reputación de ser un hombre capaz tanto de una lealtad increíble como de una crueldad calculada. Cuando la policía le pidió a Srećko que les entregara nombres de miembros de la banda que podían ser eslabones débiles, el informante dijo que no valía ni siquiera la pena pensar en Miljanić.

“Psicológicamente, está realmente preparado. Sabe cómo evaluar a las personas a través de sus sentimientos, sus historias”, dijo Srećko. “Es intocable”.

Miljanić llevaría a la banda a otro nivel: a una criminalidad más compleja y más lucrativa.

Crédito: Libro Commandos de Nikola Kavaja Un joven Mileta Miljanić, a la izquierda, Nikola Kavaja, en el medio, y Boško Radonjić, a la derecha.

Terror local, alcance global

En octubre de 2000 Slobodan Milošević cayó como presidente de Serbia tras una ola de protestas masivas. El gobierno reformista de Zoran Đinđić, quien lo reemplazó, extendió una mano cautelosa a Occidente, lanzó reformas democráticas y, a diferencia de Milošević, fue considerado hostil al crimen organizado.

El Grupo América respondió con acciones terroristas.

En 2002, acusaron al grupo de organizar el asesinato del general de la policía Bossko Buha a orillas del río Danubio. Posteriormente, la policía recuperó en redadas varias armas, incluidas dos pistolas y un rifle de asalto con registros del Servicio de Seguridad de Serbia (ahora Agencia de Información de Seguridad, o BIA) en el domicilio de un miembro del Grupo América. Dos agentes de seguridad del Estado fueron acusados por el crimen, pero el caso languidece en los tribunales desde entonces.

En una imputación, los fiscales acusaron a cinco miembros del grupo de planear el asesinato de altos funcionarios del gobierno para “crear temor entre los ciudadanos y una atmósfera de poder inmune”, lo que le permitiría a la banda operar con impunidad en un nuevo equilibrio político.

Según los fiscales, el propio primer ministro estaba entre los objetivos de alto nivel del Grupo América.

Unos meses después, en marzo de 2003, el primer ministro Đinđić fue asesinado por un francotirador.

Radonjić, que para entonces ya no participaba activamente en la dirección de la banda, fue retenido varias semanas por la policía, pero solo le acusaron de posesión ilegal de munición. El asesinato de Đinđić se atribuyó finalmente a una banda rival, el clan Zemun. Radonjić murió de causas naturales en 2011.

En 1998, un año después de que Miljanić asumiera la dirección del Grupo América, la policía de Perú detuvo a Jakšić e incautó 1,22 kilos de cocaína del Grupo América escondidos en aerosoles con destino a Miami. Fue solo una muestra de lo que estaba por llegar.

En 2000, la policía de Bosnia incautó un cargamento de 164 kilos también vinculado a la banda.

Según algunas estimaciones, la banda la componen un máximo de 15 miembros principales y tal vez 100 socios habituales, repartidos en varios continentes y que viajan cuando es necesario. El tamaño del grupo es flexible y a menudo se expande al asociarse con bandas de otras regiones y cuando contrata trabajadores independientes para misiones de corta duración.

Por ejemplo, el Grupo América suele contratar marineros de Serbia y de Montenegro para mover cargamentos de menos de 100 kilos en buques comerciales y cruceros que navegan de Sudamérica a Europa, pagándoles cuando los entregan. Este enfoque reduce el coste de los envíos perdidos y los blinda frente a las autoridades, que no tienen grandes incentivos para gastar tiempo y dinero en perseguir a los líderes del grupo.

En un informe sobre la banda escrito por investigadores italianos que les siguieron los pasos en 2008 y 2009, los detectives dijeron que estaban impresionados por su gestión eficiente y su capacidad de reaccionar rápidamente frente a una amenaza.

“El grupo es muy fuerte económicamente, con una clara estructura jerárquica y es capaz de crear una base de operaciones en cualquier ciudad y luego desaparecer o dispersarse rápidamente en casos de emergencia”, escribieron.

Crédito: Policía aduanera italiana Archivos de la policía aduanera italiana de Zoran Jakšić guardando 1 million de euros en un bolso en un hotel en Milán.

“Los espías merecen morir”

Ese reporte se produjo después de que la policía de Milán se topara con algo grande, mientras vigilaba ventas de rutina de cocaína en el norte de Italia.

Unos detectives curiosos siguieron a un traficante de drogas a una reunión con el sobrino de Mileta Miljanić, Mladen Miljanić, que estaba en Italia cuadrando una entrega de cocaína.

La policía siguió a Mladen Miljanić a una habitación en el Gran Duca di York, un majestuoso hotel boutique, y siguió a sus socios hasta apartamentos y habitaciones de hotel en toda la ciudad. Desplegaron cámaras y micrófonos ocultos e interceptaciones telefónicas para saber más.

Lo que vieron y oyeron fue asombroso.

“Estos son criminales duros, muy peligrosos”, le dijo a OCCRP en 2016 Marcello Musso, el fiscal a cargo de la investigación. “Tienen su propia estructura paramilitar con una cadena de mando clara y muchas armas. Cambian fácilmente de apartamento, de lugar de residencia, de número de teléfono. Actuaron como lo haría la policía, lo que hizo la investigación mucho más difícil.”

Claramente las actividades del grupo eran rentables. Un video de vigilancia muestra a Jakšić en una habitación de un hotel de Milán, apilando despreocupadamente más de 1 millón de euros en una mesa.

Durante varios meses, los italianos armaron el rompecabezas del Grupo América, que describieron como “una agencia de servicios” en el comercio internacional de drogas. Les compraban cocaína a productores latinoamericanos y luego la vendían a mayoristas europeos, pero se mantenían alejados de las ventas callejeras.

La vigilancia policial también reveló una red mundial, con canales de distribución en América, África y Europa. Y rastros de amigos muy bien posicionados.

“Puedo decir que me llegó una información seria”, dijo el fiscal Musso, que murió en un accidente de tráfico el año pasado. “Informaciones horribles sobre la corrupción, sobre los vínculos entre los narcotraficantes y la policía serbia”.

A principios de 2009, los italianos escucharon como Mileta Miljanić le contó a Jakšić sobre una advertencia entregada por un miembro de la inteligencia serbia: había un traidor en las filas del Grupo América. Nombró a Milenko Lasković, también conocido como Laki, como el informante que le contó a la policía sobre el grupo en 2001. La acusación encaja: el apodo de Lasković, Laki, es una variación de Lucky (Suertudo), la traducción inglesa de Srećko.

Fue una noticia desgarradora para Miljanić. Lasković era un viejo amigo, aunque eso no significaba que iba a pasar por alto la transgresión.

“Necesita ser eliminado”, le dijo Miljanić a Jakšić en una conversación telefónica.

Después de que la policía de Buenos Aires incautara más de 6 millones de dólares de cocaína del Grupo América, Miljanić le dijo al lugarteniente que interrogó a Lasković sobre decomisos anteriores que no estaba satisfecho con sus respuestas.

La conclusión, que la policía escuchó, era ineludible.

“Los espías merecen morir”, le dijo Jakšić a Miljanić.

Un año después, en la tarde del 18 de enero de 2010, Lasković recibió tres disparos en la cabeza mientras aparcaba su Mercedes en un suburbio de Belgrado.

Su asesinato sigue sin resolverse.

Crédito: Policía Nacional del Perú. Una imagen de la policía de Zoran Jakšić en Perú, febrero de 2016.

Escondiéndose a plena vista

En una cinta de videovigilancia, transcrita por la policía italiana, se escucha a Miljanić ofrecer consejos sobre la vida y sobre cómo manejar la pandilla y evitar un arresto. Lo escuchaba Jakšić, cuyo aspecto, vicios y amor por la vida nocturna tendían a llamar la atención.

“Todo debe ser relajado, simple y normal”, le dijo Miljanić. “Zoran, por favor, cuídate. No te metas en mierdas y no tomes riesgos - y nunca tendremos hambre. Pero si caemos, todo se acabó…”

Como las cinco familias tradicionales de la mafia neoyorquina, Miljanić lleva una vida tranquila en Nueva York. Su residencia principal es una casa de ladrillos de seis pisos en Ridgewood, un barrio de clase trabajadora de Queens. Su única extravagancia conocida es una villa y un terreno en Serbia.

Miljanić podría camuflarse sin dificultad en una multitud de contables, mientras que Jakšić – de dos metros, atlético y con llamativos ojos marrones - tiende a hacerse notar.

Mientras que Miljanić se mantiene cerca de casa, Jakšić solía ser un viajero frecuente, cambiando regularmente entre 40 identidades falsas mientras lideraba el Grupo América alrededor del mundo. En varias ocasiones, autoridades de Italia, Grecia, Alemania y Argentina han emitido órdenes de arresto contra él.

Durante una década, la principal base de operaciones de Jakšić fue Sudamérica. La policía de Perú dice que hizo de todo, desde negociar acuerdos con proveedores de cocaína hasta manejar pagos y organizar envíos, a menudo de manera audaz y novedosa.

En Argentina, planeó un negocio de contrabando de cocaína a España en botellas de vino. La policía se dio cuenta del plan y estuvo a punto de arrestarlo, pero huyó del país.

Incluso cuando fue capturado, Jakšić se las arregló para seguir trabajando e incluso obtener ventajas mientras estaba en prisión. Las autoridades dicen que después de su detención en 1998 en Perú, le sacó amplio provecho a su condena, forjando relaciones estratégicas y desarrollando contactos con otros reclusos que más tarde resultaron esenciales en el comercio de cocaína.

Sin embargo, Jakšić cayó de nuevo en Perú, y de manera estrepitosa. En 2016 la policía de ese país arrestó a una docena de socios e incautó más de 854 kilos en una serie de redadas. Jakšić se escabulló, probablemente tras recibir un chivatazo sobre el operativo, pero fue finalmente detenido en la ciudad costera de Tumbes cuando cruzaba la frontera con Ecuador.

Mientras esperaba su juicio en Lima, Jakšić siguió coordinando el comercio de cocaína del Grupo América desde su celda en la prisión Miguel Castro Castro. En 2019, se vio involucrado en un complot de fuga y lo trasladaron a la prisión de máxima seguridad Ancón 1, donde actualmente cumple una condena de 25 años por tráfico de drogas.

Crédito: Takatoshi Kurikawa / Alamy El aeropuerto Leonardo da Vinci Fiumicino en Roma, donde Mileta Miljanić fue arrestado en 2010.

Condena en un jardín

En 2009 la policía italiana interrumpió el suministro de drogas del Grupo América, pero Miljanić y Jakšić abandonaron el país antes de ser detenidos. Por temor a que los vínculos de la banda con los servicios de inteligencia y los vínculos con Estados Unidos obstaculizaran la cooperación internacional, las autoridades decidieron esperar hasta que los dos serbios volvieran.

Mientras tanto, los italianos siguieron monitoreando las llamadas de la banda. Un alto funcionario de las fuerzas del orden le dijo a OCCRP que hay interceptaciones telefónicas de Miljanić negociando con mafiosos rusos sobre una nueva y audaz sociedad para mandar cocaína de Venezuela en un submarino.

El plan probablemente cuajó el 31 de mayo de 2010. La aerolínea Alitalia le informó a la policía que Miljanić iba a volar de Belgrado a Salónica en el norte de Grecia. Fue arrestado en su conexión en Roma.

Musso, el fiscal de Milán, le dijo a OCCRP que presionó para que Miljanić fuera acusado como cabeza de una familia de crimen organizado, lo que habría adicionado 15 años a una eventual sentencia. Pero Musso no logró que el fiscal antimafia de Italia en Roma aprobara la propuesta.

Tanto el fiscal como el alto funcionario de la policía italiana atribuyeron la reticencia de Roma a la presión de Estados Unidos, diciendo que Miljanić, un ciudadano estadounidense, recibió un número inusual de visitas de la embajada estadounidense mientras estaba bajo custodia. Los funcionarios italianos rechazaron las solicitudes de OCCRP de registros de visitas a la prisión que podrían confirmar eso.

Pero Alfredo Foti, abogado penalista italiano e investigador universitario, dijo a OCCRP que hubiera sido difícil procesar a Miljanić como un capo del crimen organizado. El cargo de “asociación mafiosa” se reserva normalmente a grupos tradicionales italianos y requiere actos criminales específicos que no estaban asociados con la operación que se tradujo en acusaciones contra los líderes del Grupo América.

El caso se envió finalmente a Venecia, donde Miljanić fue condenado a 7 años de prisión y a una multa de 40.000 euros por distribución de drogas. Un castigo más adecuado para un operador de bajo nivel que para el jefe de una red mundial de tráfico. En la apelación, la sentencia se redujo en un año.

Los limitados registros penitenciarios muestran que Miljanić fue enviado a una prisión en la ciudad de Tolmezzo, al noreste de Italia, donde pasó tiempo recogiendo fruta y haciendo jardinería en un programa llamado “un jardín para escapar”.

El 6 de mayo de 2014 Miljanić obtuvo el “regime di semiliberta”, una especie de libertad condicional que le permitió pasar gran parte del tiempo fuera de la cárcel, sin supervisión.

Desapareció el 25 de agosto de 2014, 13 meses antes de cumplir su pena.

El Tribunal de Vigilancia de Trieste, que tenía jurisdicción sobre el prisionero, dijo a OCCRP que “actuó de acuerdo con la ley” y notificó a los fiscales nacionales y venecianos sobre su desaparición, pero dijo que no pasó nada.

La oficina del fiscal de Venecia sólo dijo que no tiene pendiente ninguna solicitud de extradición para Miljanić. No está claro por qué. “No debería sorprenderte que alguien que es condenado en Italia camine libre en Estados Unidos”, dijo Musso a OCCRP en 2016. “Los estadounidenses cuidan a sus ciudadanos, los defienden. No como en España. Nos extraditan a los criminales”.

Si bien la policía y los fiscales italianos expresaron en privado su consternación por no poder acusar a Miljanić por ser un traficante de drogas importante, sólo Musso habló públicamente.

“El tribunal fue responsable de esto, no la policía”, dijo Musso. “Los tribunales no fueron capaces de hacer esto bien”.

“Pero es importante que descubramos este fenómeno [del Grupo América]”, añadió Musso. “Aún así, hicimos algo importante: lo arrestamos. Pero sí, no fuimos perfectos.”

Miljanić sigue siendo un fugitivo para Italia, pero está aparentemente a salvo de ser arrestado. A menos que vuelva a pisar el país.

Crédito: Room for Diplomacy (OGLv2.0) La embajada del Reino Unido en Belgrado, 1987.

¿Amistades?

El Departamento de Estado de Estados Unidos no respondió a solicitudes de información sobre Miljanić y el Grupo América. Pero algunos indicios podrían mostrar que la banda tiene “algo” con agencias de inteligencia y algunas autoridades.

Una de ellas es la estrecha relación del grupo con la policía secreta serbia en los noventa.

Según medios de comunicación, Sir Ivor Roberts, embajador del Reino Unido en Belgrado de 1994 a 1997, dijo ante el Tribunal Internacional de La Haya en octubre de 2019 que el exjefe del Servicio de Seguridad Nacional de Serbia, Jovica Stanišić, era un “agente secreto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)”.

Roberts dijo al tribunal que no podía decir nada más porque el gobierno británico “no le ha permitido hablar de estos asuntos”. No respondió a una solicitud de entrevista de OCCRP.

Su descripción se hace eco a las acusaciones hechas por el periódico Los Angeles Times en 2009 y a su propio libro ‘Conversaciones con Milosevic’, publicado en 2016.

Otra pista está enterrada en los registros de la Corte Federal de Nueva York.

Un expediente del tribunal federal del Distrito Sur de Nueva York muestra que, en octubre de 2003, Miljanić, Jakšić y Efraín Eduardo Rodríguez fueron acusados de un cargo de conspiración para distribuir cocaína. Neil M. Barofsky, un histórico fiscal federal de drogas y delitos financieros, presentó el caso, que fue inmediatamente sellado.

Es usual que acusaciones de grandes jurados en Estados Unidos sean selladas hasta que el acusado esté en custodia. Pero a diferencia de otros casos sellados, USA v. Miljanić et al, fue publicado en el llamado ‘docket’, que muestra las diferentes etapas de un caso. En esta lista no hay ningún indicio de que alguien haya sido arrestado, haya comparecido ante el tribunal o haya contratado a un abogado defensor.

En diciembre de 2006, el fiscal Barofsky se presentó ante un juez para reabrir y volver a sellar inmediatamente la acusación. No hay nada en el expediente que explique esa acción inusual.

Casi 17 años después de haber sido archivado, el caso sigue solo en papel. Funcionarios de la Corte Federal, de la DEA y del Departamento de Justicia dijeron que no pueden comentar un caso abierto.

🔗Hagamos un trato

No es raro que personas acusadas de narcotráfico entreguen información a cambio de inmunidad judicial.

En 2014, el periódico mexicano El Universal informó que el gobierno de Estados Unidos permitió que el cártel de Sinaloa siguiera con el negocio de las drogas durante al menos una década a cambio de información.

"Los agentes de la DEA se reunieron (más de 50 veces) con miembros del cártel, en territorio mexicano, para obtener información de sus rivales y al mismo tiempo construyeron una red de informantes con quienes firmaban acuerdos de cooperación, sujetos a resultados, para que pudieran obtener beneficios futuros, entre ellos la cancelación de cargos en Estados Unidos", indicó El Universal.

Documentos presentados en el Tribunal de Distrito de Estados Unidos en Chicago van en el mismo sentido que la revelación de El Universal. En declaraciones escritas, funcionarios de la DEA y del Departamento de Justicia de Estados Unidos identificaron arrestos de narcotraficantes tras estas reuniones.

Las declaraciones fueron presentadas en el caso de Jesús Vicente Zambada-Niebla, un líder de Sinaloa que buscó que se desecharan sus cargos por tráfico de drogas. El abogado de Zambada-Niebla dijo al tribunal que, a cambio de información, agentes estadounidenses acordaron no interferir con el tráfico de drogas de Sinaloa y no perseguir activamente a los líderes del cartel.

Zambada fue arrestado por la policía mexicana en 2009, horas después de que se reuniera con agentes de la DEA en un hotel de Ciudad de México. Un juez determinó que sus argumentos no justificaban desechar los cargos. Aunque fue condenado, recibió una sentencia más leve después de aceptar testificar contra otras figuras del cártel.

El manejo del caso del Grupo América contrasta con otros asuntos llevados por Barofsky en su éstancia en la Unidad Internacional de Narcóticos, una entidad de élite de la Fiscalía de Estados Unidos. OCCRP analizó expedientes de docenas de procesos en los que estuvo involucrado en sus últimos cinco años en dicha unidad. Se ven apariciones en la corte, arrestos, nombramientos de abogados defensores, condenas, sentencias o desestimación de cargos en todos los demás casos en los que estuvo involucrado. Sólo la causa del Grupo América permanece abierta, aunque los documentos siguen sellados al público.

Crédito: UPI Photo/Roger L. Wollenberg El fiscal general de Estados Unidos Alberto Gonzales anuncia la acusación contra 50 líderes de las Farc en marzo de 2006.

¿Conexiones colombianas?

Barofsky es ahora socio de Jenner & Block LLP, un bufete de abogados de primera línea en Nueva York. En julio de 2019 le dijo a OCCRP que sólo tenía un vago recuerdo del caso.

Dijo que no podía recordar por qué fue al tribunal para abrirlo y luego para volver a cerrarlo, un movimiento que describió como “extraño”. Tampoco pudo explicar por qué el caso sigue activo tantos años después.

El exfiscal dijo que Rodríguez era colombiano y que el caso podría haber involucrado pruebas de interceptaciones telefónicas relacionadas con Cartagena o Medellín.

Tres meses después de que Miljanić, Jakšić y Rodríguez fueran acusados, Barofsky se convirtió en el fiscal principal de una investigación de largo recorrido donde 50 dirigentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fueron inculpados. En ese momento se ligó la financiación de operaciones guerrilleras al control de buena parte de la producción de cocaína en Colombia. Esas imputaciones, que aún se consideran el mayor caso de estupefacientes de la historia de Estados Unidos, se emitieron en marzo de 2006.

Es probable que Rodríguez fuera colombiano. Y Barofsky dijo que en ese momento las FARC estaban supuestamente negociando acuerdos de distribución con traficantes de Italia y Grecia. Pero el exfiscal descartó cualquier vínculo entre el inusual manejo de las acusaciones del Grupo América y las inculpaciones contra las FARC. Las pruebas usadas en el caso de las FARC procedían en gran parte de desertores colombianos, dijo Barofsky.

“Estoy seguro de que hablamos con otros cooperantes - estoy seguro de que lo hicimos - pero no recuerdo quiénes eran”, dijo Barofsky. “Ellos [Miljanić, Jakšić y Rodríguez] pueden haber sido parte de las FARC, pero la pregunta es, ¿alguno llevó al otro? Puede que estuvieran relacionados… pero no recuerdo que estuvieran conectados”.

Sin embargo, Barofsky no descartó la idea de que el Grupo América esté protegido por una agencia de inteligencia. Preguntó retóricamente: “¿Alguien más podrías estarlos usando como informantes?”

Al preguntarle sobre si se refería a la DEA o a la CIA, Barofsky se encogió de hombros y dijo: “O alguien más”.

Arpad Soltesz (Jan Kuciak Investigative Center), Antonio Baquero (OCCRP) y Stelios Orphanides (OCCRP) contribuyeron con la reportería.

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