Un rastro de vidas arruinadas conduce a un call center en Kiev

En el exclusivo centro comercial Mandarin Plaza de Kiev, en Ucrania, lujosos automóviles se alinean en el estacionamiento, mientras que sus adinerados dueños presumen de su riqueza en las tiendas de joyas y en los almacenes de ropa de diseñador.

Pero escondido en sus pisos superiores, protegido por guardias armados y bajo la vigilancia permanente de cámaras de seguridad, se vende un producto muy diferente.

Sentados codo a codo bajo luces fluorescentes, un ejército multilingüe de empleados del call center vende en todo el mundo el sueño de volverse rico rápidamente a través de criptomonedas e inversiones en acciones, para una compañía llamada Milton Group.

Ahora, un conjunto de documentos entregados al diario sueco Dagens Nyheter por un informante que trabajaba en el call center, y compartidos con OCCRP, expone el funcionamiento interno de este fraude: una estafa que aprovecha el poder de las redes sociales para operar a escala global.

Armados con una lista de más de 1.000 personas que fueron blanco del call center, periodistas de 21 países y decenas de medios de comunicación en América Latina, Estados Unidos y Europa hablaron con más de 180 víctimas, revelando un rastro de vidas arruinadas desde el Círculo Polar Ártico de Suecia hasta la Amazonía ecuatoriana, pasando por pequeñas ciudades industriales en los Balcanes y por grandes urbes como Londres y Sydney.

Crédito: Alexander Mahmoud/DN Una pantalla que se le muestra a una víctima de Milton Group, imitando una inversión real. Las pérdidas y ganancias eran completamente falsas.

Las historias son sorprendentemente similares. Muchas víctimas tuvieron contacto por primera vez con la estafa a través de anuncios de Facebook que prometían ganancias extraordinarias. Después de ingresar sus datos de contacto para obtener más información, las víctimas eran inundadas de llamadas de vendedores que los presionaban. Les decían que tenían que hacer una pequeña “inversión”, la cual rápidamente arrojaría ganancias impresionantes, pero que en realidad eran falsas. Las solicitudes para retirar la totalidad de los fondos entregados nunca fueron atendidas.

Las personas más afectadas fueron presa de los especialistas en “retención” del call center, cuyo trabajo consistía en inventarse nuevas formas de sacarles más dinero, a menudo a través de una presión psicológica brutal. Algunos fueron hostigados ​​para adquirir enormes préstamos, amenazados con cartas ficticias de reguladores financieros del Reino Unido exigiendo impuestos, o contactados por abogados falsos que ofrecían ayudarlos a recuperar su dinero, a cambio de una tarifa adicional. En los casos más extremos, los especialistas en retención de Milton Group convencieron a las víctimas de instalar un software en sus computadores, el cual permitió a los estafadores controlar sus equipos de forma remota y así robar más dinero. Algunos perdieron más de 200.000 dólares.

Las víctimas, engañadas con nombres y direcciones extranjeras, y con promesas de altísimas ganancias, creyeron que estaban hablando por teléfono con un negocio de inversión legítimo con sede en Europa occidental. No sospechaban que las personas al otro extremo de la línea eran en su mayoría jóvenes ucranianos o inmigrantes de Oriente Medio y África en Kiev.

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Algunos trataron de reportar sus pérdidas a la policía, pero los cuerpos de seguridad no lograron atar cabos. Las unidades de delitos cibernéticos en varios países afectados por el call center, incluidos España e Italia, le dijeron a OCCRP y a sus socios que estaban al tanto de tales fraudes transfronterizos, pero que son difíciles de detectar, a menudo no se denuncian y requieren de la cooperación entre autoridades de muchas jurisdicciones.

🔗Vigilancia de un call center global

El fraude a escala industrial llevado a cabo por Milton Group es parte de una ola de estafas impulsadas desde call centers que se han extendido por el mundo en los últimos años, seduciendo a las víctimas con el atractivo de ganar dinero rápidamente en una inversión de moda: opciones binarias (apostando a que los precios suban o bajen), cambio de divisas (a veces conocidos como forex) y, más recientemente, las criptomonedas como bitcoin.

Israel fue el epicentro de este tipo de estafas, hasta que el país prohibió el comercio binario en 2017. Una fuente de la policía española le dijo al diario El Confidencial, con sede en Madrid, que los estafadores comenzaron a "exportar" sus tácticas desde Israel a países como Ucrania, Bulgaria, Albania y Chipre.

La fuente dijo que la policía española estaba rastreando varios de estos presuntos grupos de estafadores de call centers, incluido uno en Tirana, Albania, que recibía 10 millones de euros a la semana, o más de medio billón de euros al año. (No es claro si este centro podría estar vinculado a Milton Group).

En Estados Unidos, las autoridades han sido agresivas en la búsqueda de estos estafadores, y el año pasado condenaron a Lee Elbaz, expresidente de Yukom Communications, con sede en Israel, quien fue declarado culpable de orquestar un fraude de opciones binarias de 145 millones de dólares que operaba de manera muy similar a Milton Group. Quizás por eso les dijeron a los empleados de Milton que no tuvieran como blanco a víctimas de Estados Unidos, según el informante. También se les dijo que evitaran llamar a ciudadanos israelíes, ucranianos o belgas.

Las unidades nacionales de delitos cibernéticos que han hablado con OCCRP y sus socios dicen que son conscientes del problema y que trabajan en estrecha colaboración con otras autoridades.

Pero muchas de las víctimas de Milton Group, entrevistadas por OCCRP y sus socios, no reportaron sus pérdidas a la policía local o encontraron que éstas no estaban interesadas en investigar. Nunzia Ciardi, la principal oficial de policía de Italia en la lucha contra el delito cibernético, dijo que creía que todavía había un subregistro masivo del problema porque la mayoría de las víctimas estaban demasiado avergonzadas para admitir que habían sido estafadas.

Aleksander Fjeldvær, jefe de delitos cibernéticos para el banco más grande de Noruega, DNB, dijo que los bancos estaban en alerta, pero que a menudo tenían dificultades para convencer a los clientes de que estaban siendo estafados debido a lo realista que era la tecnología de los estafadores y a la intensidad de su manipulación psicológica.

“Puedes iniciar sesión en una página donde puedes ver cuánto dinero has invertido y un gráfico que muestra el progreso. Muestra que tu dinero está creciendo y tú quieres que continúe el crecimiento, así que inviertes más dinero", dijo Fjeldvær.

Y agregó: "Cualquiera puede ser engañado. Es comprensible que si ves tu inversión y hablas con una persona extremadamente convincente, creas esto”.

Sin embargo, las autoridades suecas ya abrieron una investigación sobre Milton Group con base en la extensa evidencia que entregó el informante, y han estado en contacto con Europol sobre las acusaciones.

“Lo que hace esta empresa, todo es falso”, dijo Alexey, el informante. (Su nombre real no puede usarse para proteger su seguridad). “Simplemente le roban dinero a la gente”.

Alexey recordó que le dijeron al personal que el centro de Kiev recibió cerca de 65 millones de euros en ventas en 2019. Para celebrarlo, los líderes de la compañía organizaron una extravagante fiesta de Año Nuevo inspirada en la novela “El gran Gatsby” de F. Scott Fitzgerald, que narra la vida de un estafador y contrabandista en los años de la prohibición. Bajo luces de neón, cientos de empleados de Milton vieron actuar a contorsionistas y a bailarines, y les dieron como recompensas por sus buenas ventas premios que incluían automóviles, efectivo y alojamiento gratuito.

Al parecer, Milton también está vinculado a otros call centers en Albania, Georgia y Macedonia del Norte, donde trabajan cientos de personas más.

Crédito: DN Una foto de la grabación de la cámara oculta de la fiesta de Año Nuevo de Milton Group.

Si bien es imposible determinar si cada inversión que pasó por el centro de Kiev fue fraudulenta, los periodistas de DN y de la red de OCCRP hablaron con más de 180 víctimas de la base de datos de clientes de Milton, quienes confirmaron que perdieron su dinero. Algunos pudieron retirar algunos fondos, probablemente en un intento por incentivar más inversiones, o se mantuvieron con la esperanza de poder retirar sus “ganancias” algún día.

Las supuestas inversiones se realizaron a través de giros de Western Union, transferencias bancarias, tarjetas de crédito y criptomonedas. Los vendedores de Milton recibían una comisión más alta si podían convencer a sus clientes de pagar en bitcoins y otras criptomonedas, ya que éstas son más difíciles de rastrear. Muchas de las transferencias de banco a banco se enviaron entre cuentas privadas personales y una compañía financiera del Reino Unido, con instrucciones claras de no indicar que el dinero era para invertir.

En muchos casos identificados por OCCRP, los pagos en línea con tarjeta de crédito fueron manejados por una compañía con sede en Chipre llamada Naspay, que se autodenomina como un “portal de pago de última generación” y es propiedad de David Todua, el mismo hombre georgiano-israelí que fue identificado por el informante como la persona detrás de Milton Group. (Todua niega enérgicamente tener cualquier “posición formal o informal” en la compañía, aunque admitió haber asistido a la fiesta de Año Nuevo de Milton Group como invitado. También dijo que Naspay no procesa pagos, sino que simplemente “transfiere información” entre sitios web que aceptan pagos e instituciones financieras. OCCRP no encontró evidencia de que Todua sea propietario de Milton).

Después de realizar sus inversiones iniciales, les dijeron a algunas víctimas que debían pagar tarifas adicionales en efectivo a personas en países lejanos como Colombia y Uganda, en lugar de hacer los giros a las cuentas de la compañía.

Leif Nixon, un experto en criptomonedas sueco que ayuda a la policía a investigar delitos relacionados con bitcoin, analizó las direcciones de bitcoin usadas por Milton Group para aceptar los pagos de sus clientes. Dijo que la configuración no parecía ser la de un operador legítimo.

Señaló que hay varios indicios de que el dinero de los clientes no era invertido como lo habían prometido, incluido el hecho de que a varias personas les dijo que enviaran sus bitcoins a las mismas direcciones. Los clientes también recibieron diferentes direcciones cada vez que hicieron un pago.

“Es como abrir una cuenta bancaria, pero no obtienes un número de cuenta; en cambio, por cada depósito que realices obtendrás un número de cuenta diferente”, explicó Nixon.

Básicamente, dijo, 5.9 millones de dólares en bitcoins de siete direcciones de Milton Group desaparecieron en plataformas de intercambios de criptomonedas de Asia Oriental en 2019.

“No veo por qué una operación legítima haría este tipo de transacciones”, dijo. “No tiene ningún sentido”.

El personal del call center sabía muy bien que su trabajo consistía en robar, dice el informante. Alexey le dijo a DN que en uno de sus primeros días en Milton, la gerente de ventas bromeó diciendo que cuando ella tenía solo seis años soñaba con ser una “hija de puta y robar el dinero de la gente”.

En una sesión de capacitación para el nuevo personal en un call center de Tbilisi, Georgia, vinculado a Milton Group, a la que asistió un reportero encubierto el mes pasado, una instructora explicó que el objetivo de la compañía era que los clientes “perdieran su dinero de manera realista”. Al preguntarle por qué, ella se rió: “Es ingenuo preguntar, para ser honesta. Cuando ellos pierden el dinero, éste se queda con nosotros”.

Una base de datos interna de clientes, revisada por los periodistas, está llena de expresiones e improperios sobre “joder” a los clientes sin dinero. También resaltan sus vulnerabilidades y comentan cómo podrían ser un mejor blanco. En una nota de octubre de 2019, un miembro del personal de Milton escribió sobre una mujer sueca de 67 años: “Vendió su casa para pagar, sin dinero, llorando”.

Esa mujer, contactada por el diario Dagens Nyheter en una zona rural del centro de Suecia, le dijo a los periodistas que el personal de Milton la engañó para que invirtiera más de 100.000 dólares y que incluso solicitó préstamos.

Crédito: Alexander Mahmoud/DN Una mujer sueca de 67 años que fue blanco de Milton Group. Ella le dijo a los periodistas que había perdido casi todo lo que tenía.

Ella, como muchas otras víctimas, inicialmente fue tentada por la ilusión de que estaba obteniendo grandes rendimientos: “Te hipnotizan y te lavan el cerebro”, dijo. Pero cuando quiso retirar sus supuestas ganancias, “ellos desaparecieron”. Hoy en día no puede comprar comida ni pagar el alquiler. “No tengo nada por lo que vivir”, añadió. Mientras las inversiones falsas de Milton Group han llevado a sus víctimas a la ruina financiera, el panorama es muy diferente para los presuntos gerentes de la empresa.

Sus perfiles de redes sociales muestran que tienen una inclinación por los autos caros, las vacaciones en el extranjero y las armas. Algunos también tienen conexiones políticas de alto nivel.

Crédito: Instagram Jacob Keselman

El presidente de Milton Group es Jacob Keselman, quien se describe a sí mismo como “el lobo de Kiev” en su cuenta de Instagram, en alusión a “El Lobo de Wall Street”, la película de Hollywood sobre un famoso estafador. Los perfiles de Keselman en redes sociales están llenos de fotos de autos de lujo, vacaciones en el extranjero y a veces, un arma. Una foto lo muestra trabajando en una habitación con una vista espectacular de la Torre Eiffel. Él escribe: “El que ama su trabajo es realmente feliz”.

OCCRP no pudo obtener información oficial sobre la nacionalidad de Keselman, pero en su perfil de LinkedIn escribe que su idioma nativo es el ruso, que asistió a la universidad en Kiev (Ucrania) y que tuvo dos empleos en ventas en Israel antes de unirse a Milton Group.

Al contactarlo, Keselman negó que Milton Group hubiera estafado a alguien: “Ya sabes cómo funciona, la inversión y las marcas de cambio de divisas … muchos clientes pierden dinero porque no entienden cómo funciona”, dijo. Luego afirmó que Milton sólo brindaba soporte de TI (Tecnología de la Información) a las empresas que vendían inversiones. No respondió a las preguntas de seguimiento.

David Todua, un ciudadano israelí de 38 años nacido en Georgia, es un visitante frecuente de la oficina del call center del Mandarin Plaza, donde según Alexey el personal lo conocía como uno de los propietarios de Milton Group.

Alexey dijo que vio a Todua allí al menos seis veces, incluida una vez en noviembre de 2019, cuando felicitó al personal por su desempeño y dijo que Milton había hasta la fecha producido 50 millones de dólares ese año. El informante dijo que él siempre estaba acompañado de varios guardaespaldas.

Ningún documento oficial conecta a Todua con el call center fraudulento, el cual en el papel pertenece a otro ciudadano de Georgia: Irakli Dadivadze. OCCRP no pudo rastrear información sobre él.

Sin embargo, Todua es propietario de Naspay, la plataforma de pago con sede en Chipre a través de la que Milton procesa muchas de sus “inversiones”, según muestran documentos internos.

En la fiesta de Año Nuevo de la empresa, un hombre llamado David fue llamado al escenario por Keselman, el presidente, que lo presentó como el “padre” de la compañía, y le ofreció un pastel con tres velas, por los tres años que Milton Group llevaba operando. El informante identificó a este “padre” como David Todua.

“En diciembre, la compañía cumplió tres años”, dijo Keselman, según una grabación de audio del evento obtenida por OCCRP. “Somos niños grandes, y nuestro padre está orgulloso de nosotros, mientras que nosotros estamos orgullosos de él. Y en primer lugar, queremos agradecerte, David. Y queremos darte un pastel, porque ¿qué cumpleaños hay sin pastel? Y David apagará la vela hoy”.

Todua le dijo a OCCRP que había estado en la fiesta de Año Nuevo de la empresa como invitado de Keselman, pero negó tener algún papel en esta. “No soy padre de ninguna compañía, soy un orgulloso padre de 5 hijos”, dijo.

En Instagram, se hace llamar david_todua_007 y posa con una Kalashnikov dorada, dispara con un rifle de francotirador, celebra cumpleaños con una torre de botellas de champán y publica fotos de autos de lujo estacionados afuera de su casa. (“Cazar es uno de mis pasatiempos”, le dijo a OCCRP).

También tiene vínculos comerciales con políticos de varios países, incluidos ministros y otras figuras del partido Movimiento Nacional Unido, que gobernó a Georgia durante casi una década, bajo el presidente Mikheil Saakashvili. Saakashvili luego se convirtió en ciudadano ucraniano y empezó un carrera política en ese país.

Poco se sabe sobre la vida de Todua en Israel, a donde emigró con su familia en 1993, pero registros judiciales y publicaciones en sus redes sociales muestran que vivió hasta hace poco en una villa cerca de Tel Aviv. Hoy vive en Chipre.

En Albania, que cuenta con un call center de 400 personas, que también parece estar vinculado a Milton Group, la compañía que lo opera es propiedad de un asesor de un ministro de alto rango.

🔗LAS CONEXIONES GEORGIANAS

Aunque la familia de David Todua dejó Georgia para irse a Israel cuando tenía solo 11 años, como adulto tiene vínculos con un número sorprendente de prominentes figuras políticas de su país de origen.

En particular, su socio comercial en dos compañías ucranianas es Davit Kezerashvili, un ex ministro de defensa y ex jefe de la policía financiera de Georgia bajo Saakashvili.

Todua y Kezerashivili son copropietarios de Project Partners, una empresa de bienes raíces y construcción que tiene su sede en un edificio de oficinas en Kiev, vecino a Milton Group. Su cabeza es Gia Getsadze, ex viceministro de justicia de Georgia y Ucrania.

Project Partners, a su vez, es copropietario de una empresa de construcción de sistemas de agua e ingeniería civil, Elitekomfortbud, con otro ex funcionario georgiano, Petre Tsiskarishvili, un ministro de agricultura de Saakashvili y líder de su partido Movimiento Nacional Unido.

Kezerashvili fue acusado en 2013 de aceptar unos 12 millones de dólares en sobornos para hacerse la vista gorda con el contrabando masivo de alcohol de Ucrania a Georgia. Finalmente fue absuelto de estos cargos, que según él estaban motivados políticamente, pero continúa viviendo fuera de Georgia.

OCCRP no ha encontrado evidencia de que alguno de los ex ministros esté involucrado en el call center. En un correo electrónico, Kezerashvili dijo que nunca había oído hablar de Milton Group y que no tenía conocimiento de sus actividades, pero confirmó que era un socio comercial de Todua.

“Nunca te arrepentirás de esta decisión”

El call center de Kiev de Milton Group no parece inusual a primera vista: cientos de vendedores con teléfonos se sientan uno al lado del otro, con los auriculares puestos, utilizando modernos teléfonos y sistemas de gestión de clientes.

Los trabajadores realizan hasta 300 llamadas al día a clientes en todo el mundo, en un intento por alcanzar sus objetivos de ventas mensuales y obtener bonos.

El centro está dividido en varios departamentos de ventas por idioma, incluyendo ruso, inglés, italiano y español; cada uno enfocándose en diferentes áreas del mundo. Los vendedores usan “nombres artísticos” para generar confianza con la persona que está al otro lado de la llamada: un hombre senegalés en el departamento de alemán es conocido como “Todd Kaiser”, mientras que una mujer ucraniana cuyo nombre real es Daria se hace llamar “Diana Swan” o “Kira Lively”.

Pero las imágenes encubiertas del interior del Mandarin Plaza, así como los documentos internos filtrados, confirman que Milton no era un call center común y corriente.

Está protegido por guardias corpulentos y los celulares personales están prohibidos. En las paredes, junto a carteles de autos deportivos, una pizarra blanca establece los objetivos mensuales de los vendedores: 40.000 dólares para el mercado ruso; 60.000 dólares para el español y 100.000 dólares para quienes trabajan en el departamento de habla inglesa.

A los empleados del departamento de ventas se les entrega un conjunto de notas que explican exactamente cómo dirigirse a los “clientes” por nacionalidad.

Los escandinavos, dicen las notas, son en su mayoría “personas mayores y realmente necesitan alguien con quien hablar”.

A las personas del Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda, por otro lado, les gusta creer que lo saben todo y están seguros de que sus países son los mejores del mundo, por lo que se recomienda a los empleados del call center que los llenen de entusiasmo.

“La única forma de Manejar [sic] a esas personas es no discutir con ellas sobre la dirección que tomen y hacerlas sentir que son inteligentes”, explican las notas.

“Luego hable con ellos acerca de cuán importante el mercado financiero se ha convertido debido a grandes países como Australia, Reino Unido y Nueva Zelanda.

“Nunca te arrepentirás de esta decisión”, es otra línea sugerida para persuadir a los clientes.

A quienes son blanco de Milton Group les ofrecen la oportunidad de invertir en criptomonedas, acciones o monedas extranjeras, a través de una variedad de “marcas”, las cuales tienen nombres genéricos y sitios web similares, y se sacan de rotación con el tiempo. Recientemente, las marcas de Milton Group han incluido CryptoMB, Cryptobase y VetoroBanc. Todas han sido objeto de advertencias recientes de los reguladores del Reino Unido, Italia y España.

La relación exacta entre el call center y las marcas que comercializan no siempre es clara. Las marcas a veces no están asociadas con ninguna entidad legal, y cuando lo están, se esconden detrás del secreto offshore. CryptoMB y VetoroBanc son manejadas por empresas offshore en las Islas Marshall y de San Vicente y las Granadinas, respectivamente. OCCRP no pudo encontrar evidencia de que Cryptobase estuviera vinculada a alguna compañía en específico.

Alexey le dijo a los periodistas que el supuesto VetoroBanc fue totalmente creado dentro de Milton siendo el nombre elegido por el gerente de retención italiano porque sonaba “como uno de los bancos italianos”. El sitio web de VetoroBanc utiliza imágenes de archivo para su personal, que parecen haber sido sacadas de internet. “Sylvia Moreno”, una supuesta analista de mercado, es de hecho una pediatra estadounidense.

Alexey explicó que el personal no tenía experiencia específica en productos financieros, pero se les enseñó cuidadosamente a vender “emociones”.

“No importa qué emociones, positivas o negativas: puedes vender esos productos falsos si la gente realmente está pensando en eso”, explicó.

A los clientes les mostraban a menudo enormes ganancias para alentarlos a invertir más fondos, pero el dinero eran sólo números en una pantalla, explicó el informante. El único momento en que permitían que las víctimas recibieran parte de sus fondos, era para incentivar una inversión aún mayor.

Los inversionistas más prometedores y vulnerables pasaron al “equipo de retención”, donde trabajan los mejores vendedores. Su trabajo es “exprimir el dinero de los clientes hasta el último centavo”, explicó Alexey, llevándolos a pedir dinero prestado y a vender sus automóviles y apartamentos. En un caso, dijo, una mujer rusa embarazada fue convencida de entregar los pequeños ahorros que había reunido para su bebé.

El estafador más prolífico e ingenioso de Milton Group es un hombre del equipo de retención quien le dice a los posibles inversionistas que se llama “William Bradley”.

Es un joven iraní que utiliza imágenes del conocido vendedor estadounidense y orador motivacional Marc Wayshak, quien se hace llamar el “estratega de ventas de Estados Unidos”, para disfrazar su identidad en las videollamadas.

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OCCRP no pudo verificar su nombre real, pero en el trabajo y en las redes sociales se hace llamar “Hamze” y habla farsi con fluidez. Alexey afirmó que recibe 450.000 dólares al mes.

La base de datos interna de clientes del call center rastrea cuánto ha “invertido” cada cliente, así como la posibilidad de extraer más dinero de ellos. Los comentarios que OCCRP pudo ver están llenos de blasfemias y detalles sobre las vulnerabilidades de cada clientes.

Uno dice: “Vi 800 euros en su banco y está enfermo, tiene un problema y me dijo que quería que alguien lo jodiera y le dije que Foster [otro operador del call center] lo jodería”.

Otro dice: “Jodido todos los meses por al menos 1000 EUR. Recibe pensión el día 20 / trabaja todos los martes”.

Crédito: Alexander Mahmoud/DN Notas de la base de datos interna de clientes de Milton Group que describen la situación de una de sus víctimas, Östen Morian.

Un empleado del call center escribió sobre otro hombre: “Un hombre muy viejo / lo presioné para obtener el pago de la comisión, con la esperanza de que pueda resolverlo hoy, volver a llamar a las 3p.m. hora de Suecia.”

Un mes después, aparece otra nota: “Está en la casa de su amigo porque no tiene dinero para comer. Volverlo a llamar el lunes, perdió 400 k”.

Ese cliente era Östen Morian, de 75 años, un carpintero retirado que vive cerca del Círculo Polar Ártico en el remoto norte de Suecia.

Contactado por DN, Morian confirmó que había perdido alrededor de 400.000 coronas suecas (alrededor de 41.000 dólares) a mano de los estafadores, tras pedir préstamos, con una tasa de interés del 39 por ciento, para hacer lo que resultaron ser inversiones falsas. Lo dejaron muy endeudado.

“No sé qué puedo hacer”, dijo. “Esperar a morir solamente”.

Crédito: Alexander Mahmoud/DN Östen Morian

Perseguido por reguladores falsos, abogados y “el guvernador”

Era la víspera de Año Nuevo de 2019, y “William Bradley” estaba celebrando al reportarse con uno de sus clientes más lucrativos, según imágenes encubiertas obtenidas por el informante.

“Estoy muy feliz de conocerte en este año y realmente quiero tener un hermoso año en 2020 y hacer que todos nuestros negocios sean más grandes”, dijo. “Te lo digo desde el fondo de mi corazón … Deseo que descanses bien y comiences este año con la hermosa energía que tienes”.

Después de que Bradley colgó, su tono cambió. Cuando el informante le preguntó si lo había “jodido dos veces”, Bradley presumió: “Más de seis veces, siete veces de comisión”.

Agregó que seguía sacándole más dinero a la víctima convenciéndolo de que las pérdidas eran su culpa.

Reporteros de DN y el socio de OCCRP Investigace.cz buscaron al hombre en el otro extremo de la línea. Es un especialista en informática de 48 años que vive en un pequeño pueblo de República Checa.

A pesar de ser experto en tecnología, accedió a la solicitud de “William Bradley” de instalar el programa TeamViewer, un producto de software disponible comercialmente que permite el acceso remoto a los computadores y que el call center utilizaba con frecuencia para “ayudar” a los clientes con transferencias bancarias y aplicaciones a préstamos.

También instaló un complemento (plug-in) para el navegador Google Chrome que permite insertar código en las páginas web, permitiendo que un usuario altere su apariencia. El registro de sus actividades muestra que se utilizó para simular la transferencia de 317.476,00 dólares de una de las marcas de Milton, Cryptobase, a Blockchain, un operador legítimo de bitcoin.

Desde que realizó su primera inversión en noviembre de 2019, el checo perdió más de 200.000 dólares. Pidió permanecer en el anonimato porque no le había contado a su esposa sobre sus enormes pérdidas.

“Invertí en esto para obtener dinero para la pensión y para mi hija. Estaba buscando una buena inversión”, dijo. “Pero esta fue una mala forma que elegí”.

Crédito: Alexander Mahmoud/DN Una víctima de Milton Group viendo imágenes de uno de los operadores del call center jactándose de estafarlo.

Al mostrarle la grabación de William Bradley hablándole desde el interior del call center de Kiev, se rió entre dientes. “Sí, es bueno ver lo estúpido que soy”.

Con el fin de que las víctimas se demoraran en darse cuenta de que su dinero se había perdido, el equipo de retención de Milton Group desplegó una serie de estafas diferentes, que incluyen lo que se conoce internamente como “llamada del banquero”, “llamada del servicio de impuestos” y una “llamada de un oficial de lavado de dinero”, según Alexey. Varios miembros del equipo de retención fueron reclutados para hacerse pasar por estos funcionarios.

Las llamadas telefónicas amenazantes luego eran respaldadas por cartas falsas de organismos como el servicio de impuestos del Reino Unido o la Autoridad de Conducta Financiera, así como de bancos genuinos como Barclays y Nordea.

Los ejemplos proporcionados a los periodistas por las víctimas están llenos de errores ortográficos, incluidas las frecuentes afirmaciones de que las cartas están “CONFIRMADAS POR EL GUVERNADOR” de varios países o por bancos.

Crédito: OCCRP

Una de las víctimas más afectadas fue una mujer que fue a Noruega desde Irán. Ella fue contactada por un hombre que supuestamente era un representante de ventas para una compañía llamada CryptoMB. En realidad era “William Bradley”.

La mujer dice que perdió más de 200.000 dólares con CryptoMB. Gran parte de ese dinero lo había pedido prestado para ese propósito, pero cuando se acercó a la policía noruega para denunciar, le dijeron que “no había un motivo razonable para investigar la existencia de un delito penal”.

Ella también fue contactada por un abogado de habla persa llamado Amir Akbari quien dijo que la iba a ayudar a recuperar los fondos, según documentos obtenidos por el periódico noruego VG. El informante le dijo a DN que este era, de hecho, “Bradley”.

“William Bradley” aparece en varios informes policiales suecos presentados por víctimas y obtenidos por DN, pero todos también fueron cerrados con poca investigación. “El carácter internacional del crimen … hace que sea difícil de investigar”, dijo a DN Patrick Lillqvist, jefe del departamento de fraude de la policía de Estocolmo.

No fue sólo el departamento de habla inglesa el que utilizó estas técnicas.

En Puyo, una ciudad en la selva amazónica de Ecuador, un hombre llamado Alex estaba navegando en un sitio de redes sociales a finales de 2018 cuando un anuncio que ofrecía la oportunidad de “ganar dinero rápido” despertó su interés.

Después de ingresar su información de contacto, recibió una llamada de un hombre que se hacía llamar “Jorge Alvarado” y pretendía ser un asesor de ventas para una compañía de inversión en criptomonedas llamada CryptoMB.

Pidió prestados miles de dólares de familiares para seguir haciendo inversiones, y luego, para pagar tarifas falsas que el personal de CryptoMB le dijo que tenía que pagar retirar sus ganancias. Él mostró a los periodistas una carta falsificada de la agencia fiscal británica (HM Revenue & Customs) confirmando que había pagado el “impuesto”.

“Al cabo de unos días mi señora me puteaba, casi me saca a patadas de la casa”, dijo Alex a Plan V, socio de OCCRP.

“Me comuniqué con HB Customers [HM Revenue & Customs], pero esos desgraciados hablan inglés y no entienden nada”, dijo.

El rastro del dinero

Los periodistas no pudieron encontrar evidencia de que el dinero supuestamente invertido por alguno de los “clientes” de Milton Group haya sido usado como se prometió.

En cambio, los pagos en efectivo fueron enviados a través de compañías como Western Union a individuos en una variedad de países, incluidos Colombia y Uganda. Las transferencias de banco a banco se realizaron a través de Clear Junction Ltd, una empresa regulada en el Reino Unido propiedad del ciudadano israelí Dmitri Kats. (En una respuesta por escrito, Kats dijo que Clear Junction “lleva a cabo todas las verificaciones necesarias requeridas por la legislación del Reino Unido, así como según las mejores prácticas de la industria financiera y nuestros estrictos procedimientos internos”. Dijo que no podía comentar sobre si Milton Group era o no un cliente, debido a requisitos de confidencialidad).

A las víctimas se les dijo que depositaran su dinero en las cuentas de Clear Junction a nombre de personas, mientras que el personal del call center recibió instrucciones de asegurarse de que no se mencionaran términos como “cripto”, “inversión” o “marca” en los documentos de transferencia.

Un técnico eléctrico de 55 años de la pequeña ciudad de Bor, en el este de Serbia, quedó con una enorme deuda después de ser estafado por una de las marcas de Milton, CryptoMB, según entrevistas realizadas por el centro asociado de OCCRP en Serbia, KRIK.

Inicialmente envió cerca de 100 dólares en criptomonedas a CryptoMB y vio que su inversión se disparó a 300 dólares o 400 dólares, al menos en pantalla. Esto lo llevó a invertir más.

“Pude haber invertido alrededor de 1.000 dólares [total] con ellos, y gané dinero: allí decía más de 20.000 dólares”, dijo. “El problema es cuando hay que retirar el dinero, ahí es cuando comienza el problema”.

Cuando su “ganancia” alcanzó los 23.000 dólares, trató de retirar dinero, pero se vio afectado por los honorarios de abogados ficticios. Desesperado por redimir sus ganancias, pagó a los falsos abogados pidiendo préstamos.

En un momento recibió una llamada telefónica de CryptoMB alegando que la compañía había colapsado y había sido tomada por el gobierno del Reino Unido. Se requirió otro pago de 250 dólares, pero esta vez le dijeron que debía enviarse a Colombia.

Se lo envió a una mujer a través de Western Union según las instrucciones que le dieron, pero nunca recibió nada de su inversión.

“Me siento terrible. Me siento catastrófico ¿Cómo puedo decírtelo?” dijo. “Tomé un préstamo en el banco para poder dar ese dinero, y ahora estoy endeudado y no tengo dinero. ¿Cómo puedo sentirme [sino] patético y miserable?”.

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